Vicent Royo, historiador, investigador y profesor de Historia Medieval en la Universidad de Valladolid, explica el origen del proyecto «Cuando el Maestrazgo levantó sus palacios», que se presentó recientemente en Mirambel y La Iglesuela. También da las claves de las actas editadas y publicadas sobre el congreso que dio inicio al proyecto, y que permitió recopilar la información necesaria sobre este tipo de arquitectura civil.
¿Cómo se inicia este proyecto?
Iniciamos el proyecto con un congreso y lo terminamos también con otro. La idea era tener un punto de referencia, un primer estado sobre lo que se sabía sobre los palacios de época renacentista que se querían poner en valor. A partir de ahí, buscamos sentar unas bases sobre las que se pudiesen construir diferentes fases del proyecto. Ahí ya nos topamos con uno de los primeros problemas: había un gran desconocimiento sobre unos edificios muy singulares, que marcan y determinan lo que es la geografía urbana de los pueblos de la comarca del Maestrazgo aún en la actualidad. Aquel congreso sirvió precisamente para elaborar un primer marco de referencia y poder interpretar en qué contexto histórico concreto nacen esos palacios y casas.
En ese primer congreso se dieron cita numerosos ponentes del territorio e incluso de fuera de Aragón.
Si no me falla la memoria el congreso constó de seis ponencias, que después se fundieron en cinco artículos. Incluimos también a otro investigador formado en la Universidad de Zaragoza que tenía un estudio relacionado con este tema y había recibido uno de los premios que otorga el Centro de Estudios del Maestrazgo Turolense. Al no tener unas bases de por qué en ese momento histórico y región tan concretos surge este número de edificios que son tan particulares dedicamos dos ponencias dedicadas a la parte histórica. En la publicación se podrán encontrar también dos textos referidos a ese contexto histórico, primero de época medieval y en segundo lugar, de época moderna. Las otras cuatro ponencias ya estuvieron encaradas a conocer el contexto artístico, es decir, las dinámicas arquitectónicas, pictóricas y de consumo que seguía la gente de aquellos siglos. Es decir, qué podríamos encontrar si entráramos en un palacio del siglo XVI: qué habitaciones había, cuáles eran los objetos cotidianos, qué consumían y utilizaban en su día a día aquellas personas. Sabemos esto, en parte, gracias a un inventario que llevó a cabo Pedro Luis Hernández, profesor de la Universidad de Zaragoza. Contamos también con un estudio muy minucioso de la Casa Peña de Villarroya de los Pinares, que llevó a cabo Francis Alfonso. Este estudio cuenta a través del documento conservado en el archivo de Villarroya cómo los herederos de Francisco Peña contratan al arquitecto o maestro de obras que tiene que construir el palacio. Por tanto, ahí también vemos de primera mano cómo se forjó ese palacio que todavía se conserva en la actualidad. Se intenta dar una visión lo más amplia y lo más panorámica posible, ya que esto tenía que servir para después dirigir buena parte de las tareas que se han llevado a cabo, tanto en el inventario de los palacios, como sobre todo después en el análisis.
Se han inventariado 260 edificios construidos entre los siglos XVI y XVII que responderían a las características que aborda el proyecto...
Es una cantidad muy alta en comparación con otras regiones del entorno más inmediato -aragonés, catalán, valenciano…- e incluso me atrevería a decir de otras regiones europeas consideradas de primer nivel de riqueza y desarrollo. Es un número de palacios muy significativo. No es habitual que proliferen de manera tan excelsa ese tipo de construcciones y que además tengan esas características tan homogéneas y una fisionomía muy particular propia de este territorio. Nos dimos cuenta de que había un motivo histórico que tenía que explicar de alguna manera esta proliferación, y lo que hemos hecho el grupo de investigadores vinculados al proyecto ha sido básicamente no tanto indagar en los palacios, porque de esto ya se han encargado otros profesionales de la universidad de Zaragoza con más experiencia en el tema, sino definir el contexto que explica que tengamos en la zona 260 edificios.
¿Cuáles serían los factores principales que permitieron que este tipo de edificaciones tuvieran su auge en el Maestrazgo?
Para entender los factores nos tenemos que situar en un contexto histórico muy concreto, pero a la vez entendido desde la larga duración. Para ello tenemos que poner nuestra mirada y nuestra atención en la fase de expansión del inicio del Reino de Aragón en el siglo XII. Aproximadamente las tierras de la actual Comarca del Maestrazgo comienzan a pasar a manos del reinado aragonés entre el 1150 y el 1200. A partir de ahí se forma una sociedad feudal que es la que da forma y contexto a este territorio. En los siglos siguientes se suceden una serie de transformaciones. Una de ellas, y muy fundamental, es la importancia de la ganadería ovina como la actividad económica principal. Esto significa que toda o gran parte de la sociedad rural de la zona se articulaba en base a la ganadería ovina. Esta actividad económica no solo es propia de esta región, sino que se inserta en las dinámicas de todo el Mediterráneo Occidental. Por explicarlo de manera muy rápida, la lana que se producía en el Maestrazgo pasaba directamente a formar parte de los circuitos del comercio internacional. Esto lo que reporta fundamentalmente son dos cosas: en primer lugar, liquidez para poder llevar a cabo construcciones de este tipo; y después, que de manera progresiva vayan llegando las diferentes modas que se están implantando en otros lugares europeos, como por ejemplo Italia. En la Comarca del Maestrazgo, entre otros territorios cercanos, lo que encontramos es una proliferación de edificios góticos, modernos y renacentistas muy destacada, y que es aquello que nos ocupa en la actualidad.
Estos edificios hablan de épocas ya pasadas. Se ha investigado también sobre lo que hay dentro de ellos…
Claro, esa ha sido otra de las directrices del proyecto: ver qué les ha pasado a estos edificios tan singulares a lo largo de su historia. No a lo largo de la historia general, sino a lo largo de la suya propia. Como se puede apreciar en los nombres de las casas fuertes, estos edificios están muy vinculados a los propietarios. Es decir, a las familias que allá por los siglos XVI y XVII las levantaron y construyeron con un objetivo muy concreto: convertir sus viviendas en referencias para que todo el mundo conociera e identificase a quienes las habitaban. Esas familias viven cierto apogeo en los siglos XVI y XVII, y parte del XVIII. Ya en la segunda mitad del siglo XIX empieza un proceso de despoblación de toda la región que sigue en la actualidad, y lo que se ve también de manera progresiva es cómo estas familias, boyantes en su momento y que dieron mucha vida a estos edificios, empiezan a abandonarlos. Trasladan su residencia a otros lugares como Teruel, Valencia, Zaragoza… y de manera progresiva lo que hacen es desprenderse de esos edificios. Muchos de ellos nos los encontramos cerrados y cuando los abrimos lo que nos encontramos es que por dentro están casi derruidos. El paso del tiempo no perdona a nadie y la mejor manera en la que se conserva un edificio es abierto: en cuanto se cierra, empieza su final. Los encontramos en un estado de conservación, vamos a decir, regular. También encontramos muchos edificios muy bien conservados gracias a que se les ha dado un uso a lo largo del tiempo. No necesariamente para el que fueron concebidos, pero han tenido un propósito.