La familia de los Cirac es una de las trece que, allá por 1939, -tras la finalización de la contienda civil en España- formaron parte en la creación de la Cofradía de La Piedad en Caspe. Fue por entonces Fernando Cirac, padre de Vicente Cirac Bel y abuelo de Vicente Cirac Guiu, quien inició así una tradición que continúa muy arraigada en la familia. El paso del tiempo es inexorable y ahora Fernando ya no está, pero sus descendientes (hijo y nieto) prorrogan la tradición de su antepasado en el tiempo con mucho orgullo y sentimiento.
Cuando se les pregunta a los Cirac por su vinculación con la Semana Santa la respuesta es clara y convincente. Dicen que es algo que viven completamente desde dentro y que «se les ha inculcado desde muy pequeños». También, visiblemente emocionados, detallan lo que supone para ellos la Cofradía de La Piedad, a la que llevan ligados toda una vida… «Llevo 66 años participando en la procesión, desde los 14. Empecé siendo el más joven marcando el paso del tambor y ahora soy el hermano mayor. Además lo hago con la túnica que llevaba mi padre Fernando, uno de los 13 fundadores. Es algo que forma parte de la familia y es un orgullo para nosotros», explica Vicente Cirac Bel. «Yo también empecé con 13 o 14 años. Y desde 1986, excepto el año que estuve en la Mili, no me he perdido ninguno. Además, ahora tengo el honor de llevar el Cristo cabecero con el que se procesiona desde los primeros años», añade el hijo.
Por todo ello, y tras lo vivido en los últimos dos años, para ambos la de 2022 va a ser una Semana Santa tremendamente especial. Según cuentan, están «con más ganas que nunca» de volver a salir en procesión por las calles de Caspe. Y es que cuentan llevar dos años «faltándoles algo» debido a la ausencia de la Semana Santa. «Para nosotros significa mucho. Procesionar nos permite demostrar nuestras convicciones y honrar a nuestra familia«, destaca Cirac hijo.
De esta manera, y tres años después de la última (2019), padre e hijo esperan ansiosos ya a las 21.00 del próximo 14 de abril, momento en el que se abrirán paso por enésima vez en la Procesión del Descendimiento. Eso sí, aunque las ganas están intactas, ambos esperan el retorno con cierta incertidumbre. Y es que aún siendo confiantes, creen que el parón ha podido propiciar «cierta desconexión entre los vecinos».