La cineasta y documentalista, Vicky Calavia, visitó este fin de semana Valderrobres para presentar el Festival Internacional «La Mirada Tabú» que ella misma dirige. Allí volvió a demostrar su pasión por el mundo audiovisual, arte que siempre ha vivido con gran libertad de expresión.
Visita Valderrobres para presentar un festival internacional que usted misma dirige, ‘La Mirada Tabú’, ¿qué tiene de especial este festival?
Este es el único festival en todo el mundo que gira en torno al tabú. Cuando se ideó queríamos que las creaciones audiovisuales fueran el soporte para tratar los diferentes tabúes existentes según culturas, países, épocas, ideologías e incluso religiones. Después de nueve ediciones hemos consolidado un éxito tremendo entre público y creadores, quienes nos llegan a enviar más de 1.000 obras cada año desde países de todo el mundo.
Diría entonces que el medio audiovisual otorga libertad para expresar esos tabúes.
Creo que el medio artístico siempre ha ido un paso por delante poniendo el foco y visibilizando temas que desde los inicios se han considerado tabú. No solo en lo audiovisual, sino en la esfera artística en general, la literatura, teatro, pintura… siempre van ese paso por delante permitiendo una reflexión artística libre que sirve para que uno pueda expresarse sin tantas restricciones.
No solo dirige festivales, sino que también es cineasta y documentalista. En su filmografía en particular, ¿a qué otras temáticas se da especial importancia?
Desde que me adentré en el mundo audiovisual siempre he dedicado mucho tiempo a la investigación sobre el cine en Aragón, lo que me ha llevado a descubrir un gran número de figuras que, pese a haber sido muy importantes para la cinematografía, apenas eran conocidas. En un momento dado me di cuenta de que la mayoría de estos personajes eran hombres, por lo que decidí empezar a investigar sobre mujeres importantes de las que apenas quedaba casi rastro, primero en el sector del cine, y después en el de la cultura y el arte en general. Gran parte de mis obras buscan dar esa visibilidad a mujeres históricas, como puede ser el documental de la valderrobrense Elvira de Hidalgo.
Podría decirse que su obra también tiene un tono reivindicativo.
Sí, exacto. También hago reivindicaciones en torno a otras temáticas, por supuesto, pero sí que es verdad que me he dedicado más a eso, porque, puestos a rescatar a personajes, siempre se han rescatado muchos más hombres que mujeres. Yo me dedico más a las mujeres.
Acumula un gran número de obras, ¿cómo ha evolucionado su metodología de trabajo en torno a lo largo de los años?
Ahora sé, técnicamente, mucho más que cuando empecé. He aprendido a base de prueba, ensayo y error, y siempre he producido mis creaciones, lo cual me ha permitido controlar mi producto con libertad. En mi evolución destacaría que en mis documentales he introducido algún elemento de ficción para hacerlos más llamativos. Por ejemplo, cuando elijo una mujer para tratar en un documental añado una actriz que haga de esa mujer e intercambio ciertos planos.
¿Qué diría que es lo más especial de esta profesión?
Yo creo que la ilusión, las ganas y la pasión que le pongo. Lo hago todo con mucho cariño, muchísimo esfuerzo y trabajo, porque el mundo audiovisual a veces es complicado. Pero la ilusión siempre prevalece. A veces piensas este es el último proyecto que hago, pero luego el gusanillo de quiero contar más cosas siempre gana. Esa ilusión sigue viva y yo, mientras siga viva, seguiré contando historias.
¿Qué futuros proyectos tiene entre manos?
Acabo de terminar de grabar un documental sobre la mujer y la sexualidad, y la lista de documentales pendientes en mi mente es larga. Ahora mismo estoy trabajando en uno sobre Raquel Meller, una copletista de fama internacional de Tarazona, y también estoy preparando otro sobre arquitectura modernista en la ciudad de Zaragoza de los años 70 junto con un historiador que hizo una tesis sobre este tema.