Nervios, reencuentros, emoción. La llegada del Viernes Santo podía sentirse desde primera hora de la mañana en Calanda, con una calma y silencio matutinos que no tardaron en verse interrumpidos. Tamborileros, turistas, familiares, fotógrafos, periodistas y aquellos que repiten año tras año inundaron desde primera hora las calles con el objetivo de llegar hasta el corazón del pueblo, la plaza de España, lugar donde ocurriría aquello que los congregó allí y nadie quería perderse: la ansiada Rompida de la Hora calandina.
A las 11.30 en la plaza ya no cabía ni un alfiler. Cuadrillas de amigos, familias y niños de todas las edades volvieron a protagonizar el momento de levantamiento de tambores y bombos sobre sus cabezas para poder hacerse un hueco en la plaza. En ella, el morado volvió a ser el protagonista que los igualaría una vez más. Durante este fenómeno poco importa quienes son, si son de ahí o si tan solo vienen de visita: cualquier persona con túnica morada puede entender el sentimiento de ilusión que todos comparten.
El cielo abierto fue testigo de la congregación, y cuando tan solo faltaban diez minutos otorgó su regalo más preciado a los calandinos con la salida de un sol radiante que parecía dar con ellos la bienvenida a la Semana Santa más esperada. Las puertas del ayuntamiento se abrieron para primero dar paso al bombo grande, un símbolo que en sus firmas sobre la piel guarda el recuerdo de todos aquellos que pudieron dar su primer toque sobre él. Los tamborileros, que hasta entonces esperaban con sus instrumentos, palillos y mazas sobre el suelo, de pronto parecieron ponerse en guardia y se colocaron listos para el inicio del toque.
Los siguientes en atravesar la marea de gente fueron «las rompedoras», y el alcalde de la localidad, Alberto Herrero. El encuentro en el bombo se vivió como un clímax de nerviosismo. Se oía algún pájaro o quizás algún choque de palillos involuntario, pero el silencio ilógico entre tanta gente llegó entonces. El alcalde levantó la vara que indicaba que solo quedaban escasos minutos para el gran momento. Los tamborileros levantaron los palillos al aire. Lo mismo ocurrió con las mazas de los bombos, y entonces, la vara bajó y el estruendo que hace que Calanda vibre bajo los pies de sus habitantes volvió a retumbar en el pueblo de Luis Buñuel.
El momento de máxima unión quedó reflejado en gritos de emoción entre toque y toque, miradas cómplices entre amigos y familiares que parecían retarse a ver quién tocaba con más ganas, y la mirada atónita de los turistas que presenciaban el fenómeno por primera vez.
Los redobles se alargaron durante toda la mañana, y las cuadrillas comenzaron a desplazarse fuera de la plaza hacia las calles del pueblo en las que, todos a una, se unían para procesionar el Pregón con la misma pasión. También había quienes se unían en círculos donde pronto se veían sorprendidos por aquellos turistas que también querían tocar y a quienes prestarían sus bombos y tambores durante un rato.
Lara Dibildos, rompedora invitada
El romper la Hora es reencuentro pero también estreno para algunas personas. Entre ellas, para la persona invitada a romper en el bombo. Esta vez fue la actriz y presentadora Lara Dibildos, que aseguró una vez pasado el momento que nada tenía que ver a lo que le habían contado. «Me habían explicado este momento, comentado cosas de cómo iba a ser pero no tiene nada que ver con nada de lo que te puedan contar. Esto hay que vivirlo para sentirlo y estoy muy emocionada, se me ha caído alguna lágrima incluso», dijo todavía con la emoción en el rostro todavía emocionada especialmente al recordar a sus padres, el fallecido productor José Luis Dibildos, y la popular Laura Valenzuela. «Ha cumplido 91 años y seguro que lo ha estado viendo y grabando, estará contenta y ellos han estado conmigo en un momento tan especial en mi pensamiento y en mi corazón», añadió antes de evocar a Luis Buñuel, «un grandísimo director con el que mi padre compartió muchas anécdotas».
Emoción compartida con el alcalde de Calanda, Alberto Herrero, que también se estrenó después de dos años en el cargo en dar la orden para romper la Hora. «No puedo pedir más. Vivir esto como calandino es impresionante pero como alcalde no puedo estar más contento y ha sido muy especial», dijo. Agradeció la presencia de Dibildos y a Conchita Vidal, la rompedora local. «Yo solo puedo darle las gracias a mi cofradía, cuando me lo dijeron pensé en por qué habían pensado en mí si no he hecho nada especial», dijo. «Ha sido un momento único y he tenido unos compañeros que han seguido el ritmo», bromeó. «Para mí ha sido un placer que el alcalde me invitara y vivir este momento, y estoy agradecido por poder ayudar a promocionar la Semana Santa calandina por todo Aragón», dijo el alcalde de Zaragoza, Jorge Azcón.
No menos satisfecho estaba Manuel Royo, presidente de la Junta Coordinadora de la Semana Santa de Calanda. «Han sido dos años muy duros para todos y por fin estamos aquí y muy emocionados. Nos hemos acordado de los que no están en ese minuto de silencio previo que a mí me pone la piel de gallina siempre», se sinceró.
Tradición y reclamo a preservar «y apoyar»
Los tambores y bombos continuaron sonando en cuadrillas y enseguida en formación con la procesión del Pregón. Entre la multitud se dejaron ver tamborileros de la localidad manchega de Tobarra, que se enfundaron sus túnicas moradas para romper la Hora y «ver algo diferente». Desde Huesca, desde Barcelona o desde Madrid llegaron personas para visitar y para unirse al toque.
Desde el balcón del ayuntamiento presenció la Rompida la consejera de Presidencia del Gobierno de Aragón, Mayte Pérez, ya que esta vez no fue la máxima autoridad presente la invitada a romper en el bombo gigante. Destacó el deber de las administraciones por apoyar un legado que tanto han cuidado entre generaciones. «Hay que cuidar el esfuerzo de los nueve pueblos de la Ruta por preservar esta tradición que está protegida por la Unesco, por lo que las administraciones debemos estar apoyando. Atrae a muchos turistas nacionales e internacionales y un valor más añadido al Producto Interior Bruto de estas comarcas», dijo.
Por la plaza se dejaron caer decenas de periodistas y documentalistas, también cineastas como Rodrigo Cortés, quien después de dar el pregón en Alcañiz el lunes este Viernes Santo se pasó por calles calandinas en compañía del alcalde alcañizano, Ignacio Urquizu. Este año además, la plaza tiene un protagonista especial con una estatua de Luis Buñuel a tamaño real que se ha colocado junto a la que fuera su casa y al lado del bombo gigante. Es la «persona» más buscada y con la que todo el mundo quiere tomarse una fotografía.
Juan dice
Calanda está haciendo muy bien las cosas, marca una hoja de ruta independiente de la ruta del tambor y el bombo y hemos conseguido desmarcarnos de ese lastre, para ser marca propia e identificativa a la vez que referencia de los tambores en España, hemos apostado por una estrategia independiente que nos está funcionando a las mil maravillas, al relacionar cine con tambores pilares fuertes de la estrategia de marketing de nuestra marca tambores de Calanda. No hay que repartir en muchos pueblo habría que potencia los tres más importantes, el resto nos restan capacidad de difusión, es lo que siento y es lo que pienso.
Abel dice
Siempre se ha dicho, de Calanda al cielo, puedes hacer un muro si quieres. También aplaudir lo que hizo el alcalde humillando a la máxima autoridad del Gobierno de Aragón, la consejera de presidencia. De paso el hito del alcalde de traer a una especie de vedette; luego ya si eso hablas de cine y Lara Dibildos.