La jubilación de su tío al frente de la panadería familiar fue lo que terminó de decidir a Yasmina Lafaja Guiral para dar el paso y volverse a Urrea, el sitio al que siempre tuvo claro que quería regresar. No dudó en tomar las riendas del horno que lleva el apellido de su madre quien se embarcó con ella en esta nueva etapa de su vida en julio de 2021. Se dieron un año de prueba, y casi transcurrido este tiempo, el balance está siendo «muy bueno».
Su decisión evitó que se cerrara un servicio que en el medio rural es mucho más que una tienda. «Sobre todo para la gente mayor es fundamental. Vienen todos los días, se encuentran, hablan un rato… Es algo más que comprar el pan», dice. Yasmina se convirtió en urreana de fines de semana cuando salió a estudiar a Zaragoza, primero Turismo y luego, un máster en administración y dirección de empresas y otro en márquetin digital. «Ahora me han venido bien para llevar el negocio», ríe.
Tras enlazar varios trabajos en distintas empresas, pensó en cambiar de vida y lanzarse a un sector que le gustaba pero al que nunca consideró como un modo de vida. «No es lo mismo hacer repostería en tus ratos libres que meterte a hacer pan a diario, es un mundo aparte y además del tradicional hacemos también ecológico, y con el mundo de las harinas ya te vuelves loca», añade. No estaba a disgusto en sus trabajos pero pensaba en formar una familia y Zaragoza no era el sitio, así que, tomó esta ocasión para probar. «Estoy feliz, sigo aprendiendo y la acogida de la gente ha sido espectacular ya desde principio cuando el pan no me salía muy bien y me animaban», sonríe. «Con los panaderos de la zona también hay muy buena sintonía y nos ayudamos, es una ventaja trabajar así», dice.
Al pan tradicional añade la recuperación de productos típicos, como los bolletes, empiñonados, mantecados o los que toquen en cada fiesta de guardar. «Las madalenas alcañizanas son un triunfo. Mi abuela las bautizó así porque le dio la receta una mujer de Alcañiz pero me he dado cuenta de que fuera de Urrea son «españoletas»», apunta divertida. Lafaja tiene el desparpajo que requiere una atención al público y que ya van conociendo más allá de su mostrador. Desde el primer momento ha participado en los mercados agroecológicos de Alcañiz y Andorra y ahora lleva también el pan a Vinaceite y Azaila. Esto significa más producción y que piense en echar mano de alguna persona más además de incluir mejoras en el horno donde la mecanización trabajará al servicio de lo tradicional.
Esther dice
Una panadería da muchísimo dinero, es un buen negocio.
Futuro dice
En Fortanete esta la panadería libre. Y parece que enseñan.
Bene dice
Además de guapa muy profesional enseguida a cogido el ritmo del negocio.