Asia, Indonesia, Francia... y siempre La Puebla

Bajoaragoneses por el Mundo: Jesús Alonso ha residido en Francia, China, Bali y Zaragoza

 

Bajoaragoneses por el Mundo: Jesús Alonso ha residido en Francia, China, Bali y Zaragoza

 

Jesús nació en La Puebla pero siendo muy pequeño se trasladó con sus padres y su hermana a Colliure, un bonito pueblecito costero de Francia, país en el que nació el hermano pequeño. Nunca perdieron el vínculo a pesar de ese traslado motivado por el trabajo y el tren se convirtió en su aliado para volver todos los años.
«Ahora es muy rápido pero entonces, tomar el tren de vuelta tras un mes aquí nos parecía lejísimos y creo que por eso las despedidas no las gestiono muy bien», sonríe.

«Cuando emigras no sabes muy bien dónde está tu sitio porque aquí eres francés y allí, español», reflexiona sentado en un café en La Puebla. Con el paso del tiempo, los padres y su hermana regresaron a Aragón. Él también, pero en 2013. Antes estuvo tres años en China y siete, en Indonesia.

 

La aventura asiática

Visitar La Puebla era su oportunidad para practicar español de forma continuada. También durante la carrera de Literatura Hispánica. «Eran estudios muy clásicos y en alguna visita aquí soltaba algunas expresiones de castellano antiguo que no venían a cuento», ríe. En 1986 empezó a combinar los estudios en París con las prácticas en una escuela de comunicación y relaciones públicas y acabó quedándose. Mediaba entre los alumnos de comunicación y las empresas en las que pudieran realizar sus prácticas.

Aquello duró hasta 2003, cuando comenzó su aventura asiática. Rumbo que tomó por el trabajo de su pareja de entonces y que le llevó a Shangai. Llegó en marzo a una ciudad «enorme» en la que, además de empezar con el idioma, dio clases de diseño de moda en una escuela francesa, algo que siempre le había gustado pero no había podido hacer. «En clase disfruté mucho con la parte creativa», dice.

«Me sirvió, sobre todo, para conocer a los chinos en el ámbito educativo. No fue fácil porque son muy cuadriculados y no están acostumbrados a trabajar en grupo, es un sistema opuesto al que yo venía», explica. «Había viajado de turismo, pero hasta que no vives y te implicas, no conoces una sociedad. Eso te hace evolucionar».

Actualmente se dedica al mundo del interiorismo. Así es desde que conoció a Sean, su pareja, un taiwanés arquitecto de interiores. Juntos cambiaron China por Indonesia en 2006 cuando salió la oportunidad de realizar la obra de un hotel en Bali, es decir, ocuparse de la coordinación de gremios en la obra, distribución de espacios, diseño y todo lo que implica. Aquel primer contacto de un amigo fue el inicio de muchos más. «Nos encantó la experiencia y como salieron muchas más decidimos mudarnos», explica.

Todo eran proyectos sostenibles en una isla de «bohemios y surfistas» pero el boom del turismo lo desvirtuó todo. «Empezaron a querer construir en zonas preciosas, muy cerca del mar… El dinero empezó a primar por encima de todo y también en la clase política», reflexiona. «Salían proyectos pero rechazamos muchos porque iban en contra de nuestro pensamiento. Decidimos irnos. No íbamos a contribuir a llenar Bali de cemento».

Era 2013 y se instalaron en Zaragoza y llevaron un pedacito de Asia. Abrieron una sojatería (tienda de productos vegetales y de soja) en Las Fuentes, un barrio «encantador». «Funcionó pero no lo suficiente. Ahora lo vegetariano es cotidiano pero hace cinco años quizá fuimos un poco pioneros», sonríen. Dedicados de nuevo a lo que les unió, forman un tándem perfecto en Lo Studio y llevan varios proyectos de arquitectura de interiores. Desde Zaragoza (y viajando) trabajan en China, -en las decenas de tiendas de una amiga diseñadora de moda-, y Dinamarca. «Si no estás a gusto hay que moverse pero de momento, estamos bien en España», sonríe.

La ultima actualización de esta noticia fue 19 Abr 2019 11:03