Carmen Igual: «Me quedé en Villarroya gracias a la cerámica»

EncontrARTE. Hace tres décadas Carmen Igual abrió su taller Villa Rubei, un proyecto que hace dos años se amplió con la apertura de apartamentos creativos

Pedacitos de su esencia están repartidos por casas, restaurantes y calles de pueblos y ciudades. Eso es lo que le dicen a menudo a Carmen Igual (Villarroya de los Pinares, 1968) las personas que adquieren sus obras. ««Mira, en casa tengo un trocito tuyo», me dicen y me mandan la foto de una ensaladera», sonríe. Es ceramista, un oficio al que se dedica desde hace más de tres décadas cuando con 17 años decidió buscar la manera de quedarse en el pueblo. «Era el autoempleo y así llegó la cerámica a mi vida, no es de familia», dice.

Era la más joven de un grupo de cinco personas que se interesaron por buscar una forma de ganarse la vida en una época «en la que todo el mundo se iba». La cerámica era buena opción porque no era un trabajo en cadena y se podía desarrollar a nivel individual. Acudieron a ferias y comenzaron con la formación hasta que se montaron un pequeño taller con un cartel en el que rezaba: «Esta empresa no funciona pero tiene gracia». «Nos lo pasábamos genial, era muy divertido porque todo era nuevo, todo era aprender», rememora. Comenzó a tomar forma y a requerir tiempo y dedicación y finalmente fue ella la que continuó. Se quedó y creó un proyecto de futuro junto a su marido, una idea que acaba de desarrollar su última fase: abrir dos apartamentos con la alojamiento y opción de realizar talleres de cerámica. «Es dar un extra a los turistas y que vean la zona y si les apetece puedan conocer este oficio y cómo vive una ceramista en este medio rural», explica.

Les pusieron Villa Rubei, mismo nombre que al taller y tienda de los bajos de su vivienda. Dejaron la planta superior diáfana para este proyecto que abrieron en febrero de 2020. «Sin querer abrimos en buen momento porque la gente ha viajado más que nunca al interior», dice todavía sorprendida. Tres décadas como autoempleada le hacen tener los pies anclados al suelo. «Todo cambia y todo son etapas, vendrán tiempos de menos volumen de trabajo como ha pasado siempre y no me agobio por eso, esto es así, es importante gestionarlo y también cuando tienes mucho trabajo», reflexiona. Al margen de los apartamentos, con volumen de trabajo se refiere al taller que no cesa la actividad.

Últimamente se dedica mucho a encargos y de todo tipo: desde vajillas para restaurantes «que buscan la exclusividad», hasta boles para una casa o trofeos deportivos pero siempre saca un hueco para crear sus ovejas. «Son mi seña de identidad y en los apartamentos también las tengo, además de que el resto de menaje y decoración también ha salido de mí», ríe. Ha descubierto que los alojamientos son un gran escaparate. «He vendido alguna pieza a algún huésped porque le ha gustado, tazas o una oveja porque ya no tenía más en la tienda…», añade.

Los trofeos forman parte de sus encargos. / Archivo personal

Disfrutar de todo el proceso

«A mí me gusta disfrutar de este oficio y de todo en la vida, me gusta mi negocio y también impartir talleres en Villarroya y en otros pueblos. Lo hago porque aprendo yo también y me gusta el trato con la gente», dice y por eso se ocupa de atender a los clientes, los pedidos y de hacerlos. «De todo, pero no vayas a pensar que es un sinvivir, esto es un proyecto chiquitito y hay faena pero todo va con sus tiempos. Yo puedo producir al ritmo que puedo y la gente lo entiende pero es que no hay otra opción porque esto es artesanía», señala. Recoge el testigo de Rocío Gil y Ximo Puig, que emprendieron en La Iglesuela del Cid como medio para quedarse también en su pueblo.

Lo que más emplea es gres que adquiere en Manises y que ya le llega preparado en pastillas. «Se trabaja como la arcilla, que la tenemos de Galve muy buena pero yo necesito gres porque es mucho más resistente», explica. Se cuece a mayor temperatura y admite lavavajillas y microondas, ideal para sus encargos a restaurantes, casas rurales y utilitario doméstico. El gres es resistente a exteriores y lo convierte en su materia prima ideal para murales y calles -en Villarroya hay muestra de ello-. «A seis grados bajo cero el barro rojo se rompe pero el gres no, tengo los maceteros intactos», puntualiza. Sus piezas pueden verse en sus redes y en las páginas web de los apartamentos y talleres de Villa Rubei.

Mira al futuro con optimismo. «Y si no, habrá que adaptarse como hemos hecho siempre», dice. Pase lo que pase, lo que tiene claro es que los trocitos de su esencia perdurarán. «Un día paseando por Cretas vi un jarrón mío de hace mil años», ríe. «Me voy encontrando con piezas y sé que en casa, lo mismo que la cerámica llegó conmigo también morirá porque mis hijos no van a seguir pero esto tiene esa gracia de que las cosas que haces se quedan», concluye.

La ultima actualización de esta noticia fue 8 Feb 2022 12:02

Ver comentarios (1)

  • Voy a entrar en tu web (supongo que será "encontrarte") para cuando suba a Villarroya y vea tus cerámicas.
    Saludos y encantado de tu trabajo