Cuando un verano se convierte en una vida en Monroyo

Del Mundo al Bajo Aragón: Hace 36 años Marisa Olorón cambió su Marsella natal por Monroyo

Del Mundo al Bajo Aragón: Hace 36 años Marisa Olorón cambió su Marsella natal por Monroyo

 

Marisa no quita ojo del fogón. Es miércoles y con un establecimiento hotelero está pendiente de sus clientes. Saluda con una energía tremenda y una sonrisa contagiosa. Hace casi cuarenta años cambió Francia por Monroyo. Entonces solo tenía 19 y dice que «lo volvería a hacer».

 

Realizó el camino inverso al de sus padres que emigraron desde Navarra a Francia, un país con «mucha oferta de trabajo». Primero marchó él. «Eran muy jovencitos. Se casaron por poderes y se reunieron allí», dice. El matrimonio tuvo tres hijos y Marisa es la pequeña. Nació, se crió y educó en Marsella.

 

A los 15 años se le presentó la ocasión de viajar a España. Concretamente, a Monroyo. «Un primo era médico aquí e insistió en que viniera de vacaciones y que había unas fiestas estupendas», cuenta. Así lo hizo y se presentó sin saber hablar español. «Mis padres, aunque aprendieron pronto francés, nos hablaban de niños en español y siempre lo he entendido», recuerda.

 

«El pueblo es precioso y me encantó, y la gente, que es muy acogedora, me trató fenomenal y me lo pasé muy bien», dice. Acabó el verano y se marchó pero teniendo claro que iba a volver porque había conocido a César, un joven del pueblo. «Regresé a Francia y empecé un año de universidad pero sabiendo que yo me quería casar y volver a España», añade. Todo se cumplió y volvió a Monroyo, localidad en la que además, con su ya marido, tenían un medio de vida: la Posada Guadalupe.

 

Una nueva vida en Monroyo

 

Lo que ahora emplea a una docena de personas y dispone de 20 habitaciones y 300 plazas de comedor, comenzó siendo una fonda que regentaba desde hacía décadas la familia de su marido. «Aprendí a cocinar con mi suegra y me gustó. Descubrí aquí mi vocación», dice y apunta que la comida casera, aunque los platos se reinventen, está en la base.

 

«Si quieres, todo te lo venden hecho, pero aquí lo hacemos todo artesanal: bizcochos, guisos… hasta las salsas». Hay muchos planes, entre ellos, habilitar una finca para celebraciones. «Hay que adaptarse a los tiempos y peticiones», dice mientras resuelve una duda de uno de sus dos hijos. Ambos se han formado en el oficio y seguir con el hotel restaurante.

 

Esa mañana hay chalecos fluorescentes por todas partes. Las obras de la N-232 se notan y los almuerzos y cafés salen deprisa del bar. «Todo es importante: las obras, que emplean a mucha gente; las carreras de Motorland o la naturaleza que atrae al público de turismo y que ya nos conoce después de tantos años con esta puerta abierta», reflexiona.

A ella misma le gusta pasar su poco tiempo libre en la naturaleza aprovechando las ventajas de un pueblo en el que «a poco que salgas del asfalto te ofrece sendas preciosas», recomienda. Sin embargo, la mayor parte lo dedica a una persona que apenas le llega a la cintura. «Mi nieto de 5 años es mi sol», sonríe.

 

Monroyo es el punto de reunión para todos. Sus hermanos y respectivos descendientes siguen en Francia y hacen sus visitas. «Hablan español… ¡pero no tan bien como yo!», advierte divertida. «A ellos sí que se les nota que son franceses pero, ¿a mí?… Hay gente que se sorprende cuando se entera», ríe y calcula. «Llevo 40 años en Monroyo por 19 en Francia, así que… ¡soy más española que francesa!», concluye sonriendo.

La ultima actualización de esta noticia fue 19 Abr 2019 11:12

Ver comentarios (4)

  • Muy bien hecho. Mejor Aragon que Francia. Mejor el campo que la ciudad.

    • Aragon es preciodo, pero en Francia, ademas de tener ciudad, tenemos tambien campos...

  • Es verdad que Monroyo es un pueblo maravilloso..
    Yo soy también un francés de Marsella..
    Veni también un verano en 1988 con un amigo (su familia es del pueblo) para la fiestas ... Dormía en la fonda y conocí a Marisa y César..
    Conocí tambien a Silvia una chica del Pueblo...Volví el verano siguiente.
    Después me quede 23 años sin venir. Pero siempre pensando volver a esas fiestas estupendas y volver a ver todos la gente del Pueblo que es maja y acogedora.
    Volvi en agosto 2011 , ahora vivimos en Francia con Silvia pero cada verano estamos en Monroyo para las fiestas..
    Pero tengo claro que vendre vivir en Monroyo para mi jubilación.
    ¡ Monroyo es un maravilloso virus que te contamina para siempre...!
    Lo siento para mi aproximado español...

  • Mis padres celebraron su banquete de bodas en la posada Guadalupe. Pase parte de mi infancia en Monroyo. Lo recuerdo con cariño y mantengo contacto con personas del pueblo. Espero poder volver y mostrarle a mi familia tan bonito pueblo en el que viví durante 5 años y que tanto me marcó.