La ermita del Llovedor, un templo renovado ante una devoción intacta

VÍDEO Y FOTOGALERÍA. Se ha instalado una imagen tallada en piedra y un sistema de luz y sonido que funcionan gracias a la instalación de placas solares. Aunque este año tampoco habrá romería, muchos se acercan al lugar atraídos por su belleza

La ermita del Llovedor, en Castellote, luce desde hace poco tiempo renovada, aunque el culto que sus devotos muestran en procesión a este emblemático lugar ha sido interrumpido a causa de la pandemia. Una de las últimas innovaciones ha sido la instalación de un nuevo sistema de luz y de sonido, alimentado por la energía solar, que permite ver iluminado el interior y escuchar cánticos alusivos a la Virgen del Agua. «Introduciendo una moneda se ilumina el altar y oyes los cánticos durante 7 minutos, están interpretados a capela por los hombres de Castellote», explica Manuel Soler, presidente de la Cofradía de la Virgen del Agua, entidad organizadora de las Romerías, a cargo de todas las actuaciones. «Aquí la gente da ideas, se pasan por la Asamblea General y se hacen», matiza Soler, quien se siente «muy orgulloso» de la colaboración que existe entre sus más de 1.100 cofrades y también de la devoción que se tiene al lugar. «Casi todos los hijos del pueblo son cofrades, la única condición es estar bautizado», explica.

Manuel Soler, presidente de la Cofradía./I.M.
Introduciendo una moneda, el sistema conecta la luz y el sonido de forma automática./I.M.
El sistema de iluminación destaca el fondo de piedra del altar./I.M.
Instrucción tallada en madera./I.M.

Las reformas que se realizan «continuamente» nacen de la colaboración de particulares que guardan gran relación con la Cofradía y que muchas veces realizan donaciones anónimas. Anteriormente- en el año 2018- ya se acometió una reforma integral del interior de la ermita, sacando a la luz el retablo natural en fondo de piedra junto con la creación de los tres módulos que conforman el altar, esculpidos también del mismo material indestructible ante la humedad. Se trata de una silueta de la Virgen del Agua encima de su pedestal, la mesa del altar y el atril que conforman una simbiosis perfecta con el entorno.

Los tres elementos esculpidos en piedra que conforman el altar./I.M.

«Primero pusimos una Virgen de madera, copia de la original que se encuentra en la Iglesia del pueblo, pero la humedad la estropeaba, entonces encargamos a un artesano una copia en piedra«, explica Manuel Soler. El fondo de piedra ahora iluminado destaca las lágrimas de agua que se infiltran en el interior del templo, haciendo honor a su nombre (Ermita del Llovedor). El sonido del goteo constante envuelto en el silencio del lugar, únicamente es interrumpido por los cánticos que comienzan a deseo del visitante.

Imagen de la Virgen del Agua esculpida en piedra./I.M

También se realizó una abertura lateral en la fachada para poder contemplar desde el exterior su belleza y se arregló todo el camino de subida a la ermita, además del porche que luce en piedra. El siguiente paso será pintar todos las barandillas ya que que con el paso del tiempo su color se ha desgastado.

El pasado año, el coronavirus impidió realizar las dos Romerías tradicionales– la masculina el primero de mayo y la femenina el domingo anterior a Pentecostés-,que anualmente marcan el calendario de los castellotanos. Una tradición muy arraigada que cuenta con cientos de años de antigüedad. «Ha sido lo que más se ha añorado», lamenta Soler. Este 2021 tampoco será posible partir en procesión, aunque la imposibilidad de reunirse en romería no impide que cada vez más gente se acerque por su cuenta a admirar el lugar y conocer su renovación. «Aquí viene mucha gente, unos vienen rezando el rosario por su cuenta y otros vienen a ver el lugar. Están encantados con la reforma, todo el rincón está muy arreglado y cada año se hace algo», puntualiza el presidente. Ante todo se pide «respeto» hacia el templo y hacia su entorno, algo que normalmente se cumple, aunque los miembros de la Cofradía permanecen atentos a «cualquier imprevisto».

Uno de los vecinos que sube frecuentemente a la ermita para encargarse de su mantenimiento es José Luis Chillida, vocal de la Cofradía, quien además aporta su talento para agrandar la belleza del lugar. Nada más entrar al recinto, el visitante se encuentra con una de sus obras. Se trata de una maqueta en miniatura, réplica casi exacta de la construcción de la ermita. «La he ido haciendo mientras se realizaba la última restauración, estoy jubilado y es una de mis actividades frecuentes», explica.

José Luis Chillida posando junto a su maqueta./I.M.

La tabla de madera que viste el atril, con la silueta de una paloma también ha sido esculpida por él, además de pequeños adornos tallados con breves instrucciones que invitan al visitante a mantener un buen comportamiento. «Todo se ha hecho buscando siempre lo original y lo rustico», matiza. A su vez lamenta que la situación sanitaria ha interrumpido una tradición tan arraigada en la localidad. «Hay gente que a lo mejor no es muy de misa pero a la Virgen del Agua que no se la toquen. Hay mucha devoción, es algo reseñable. Muchas veces los abuelos ya quieren apuntar en la Cofradía a sus nietos nada más nacer», destaca.

Para Jesús Nsue, párroco de la localidad desde hace unos pocos meses, es un gusto acompañar a los cofrades en sus actividades. «Ofrezco mi atención espiritual hacia todas las personas implicadas en la Cofradía. En la Iglesia del pueblo se acerca mucha gente a interesarse, estoy ahí para servirles y para acompañarles».

Jesús Nsue y José Luis Chillida contemplando el entorno./I.M.

La actual Cofradía es continuadora de la «antiquísima» ‘Cofradía de Nuestra Señora de la Balma’, fundada el 29 de abril de 1408, cuando once mozos del pueblo se unieron en procesión decidiendo acudir en Romería a la Ermita de la Balma en Zorita (Castellón) para pedir que terminara una fuerte sequía que azotaba al pueblo de Castellote. El deseo fue concedido y el acto se convirtió en un peregrinaje anual, hasta que en una de las Romerías se les negó el acceso al templo. Ante la prohibición se construyó la Ermita del Llovedor entre los años 1891 y 1902 en un punto donde, según se cuenta, la Virgen se había aparecido antiguamente. Tal como queda registrado en la Iglesia de Castellote la Ermita fue salvada de las llamas en la Guerra Civil. Hoy en día se continúa con una tradición centenaria que se ha visto suspendida por la crisis del coronavirus. Sin embargo, las mejoras constantes y la implicación de la Cofradía son una muestra clara de que la devoción nunca se perderá.

La ultima actualización de esta noticia fue 17 Feb 2021 12:09

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