Refugiados ucranianos en Andorra: 365 días con las vidas suspendidas en el tiempo

TESTIMONIOS. María, Viktoria, Lilia, Tetiana y Kateryna, junto a sus hijos, son parte de los 130 desplazados por la guerra que llegaron en los autobuses fletados por Forestalia en cuatro fechas distintas. Su rutina en la villa minera «se ha normalizado», sin embargo, su futuro es «volver a casa»

Se lleva hablando de la invasión rusa de Ucrania 365 días y todavía nadie la ha parado. Sin embargo, si la guerra continúa mañana, se escribirá sobre ella un día más; y si hay un segundo aniversario, habrá una noticia número 730 para contarle al mundo que no hay nada que celebrar. Cuando Viktoria Khmelnytska pregunta a sus familiares por Whatsapp «¿cómo estáis?» sabe que la respuesta -si llega- no será ni «bien» ni «mal», sino «aún seguimos vivos». Cuando el hijo de Kateryna Ivanova, de 5 años, llama a sus abuelos por teléfono les saluda con un «¿hoy han bombardeado?». Cuando los seres queridos de María Morska escuchan las sirenas antiaéreas en medio de la noche ya no se levantan de la cama, como tampoco lo hacen los de Lilia Hudym ni Tetiana Khoziainok.

Las cinco mujeres, algunas de ellas con sus hijos, se refugian del horror en Andorra. Su rutina -dormir, comer, trabajar, pasear…- no difiere, sin embargo, de la de los que se quedaron en Ucrania. «Cuando una guerra se estanca, se aprende a vivir con ella», afirman con serenidad. Tanto es así que en la propia villa minera se puede diferenciar a los desplazados que llegaron en los autobuses de Forestalia de abril y mayo de 2022, de los que lo hicieron posteriormente en diciembre y febrero: solo los primeros se asustan cuando suena el timbre del colegio. Normalizar un conflicto bélico -véase el de Siria o Yemen- es un camino sin retorno al olvido. María, Viktoria, Lilia, Kateryna y Tetiana lo saben bien. Por eso, aunque hablar con los medios de comunicación les rasgue por dentro, nunca apagarán su voz.

Preguntas como «¿continuarás con tu carrera profesional en España?» solo se pasan por la cabeza del entrevistador. Son hirientes, aunque no malintencionadas. «Quien huye de la guerra, solo piensa cuándo podrá volver a casa», explica María, que hace de traductora de sus compatriotas. Junto a ella, Viktoria, también refugiada, y la zaragozana Kinga Krzysztofek trabajan 24/7 en Andorra para acolchar 130 vidas suspendidas en el tiempo. Son 78 mujeres, 12 hombres y 40 niños. Llegaron a ser hasta 200, pero algunos se han marchado a otras partes del país, y otros han vuelto a Ucrania. «Una mujer con sus hijos se acaba de ir. Le llamó su novio para decirle que tenía tres semanas de permiso en el ejército y ha dejado todo para ir a verle, sin pensar que va a hacer después», cuenta María.

¿Les gusta España? «Solo conocen Andorra». ¿Les gusta Andorra? «Les gusta cualquier sitio en el que no caigan bombas». Forestalia costeó su traslado y les proporciona vivienda, manutención y clases de español. Los tres primeros meses viven en el CEA Ítaca y después son realojados, bien en uno de los 40 pisos que la empresa adquirió en una misma urbanización, o bien en alguno de los otros 40 apartamentos esparcidos por la localidad. «Cuando llegas estás frente a una escalera, y conforme va pasando el tiempo, vas subiendo escalones. Primero te preguntas por qué a mi país le ha tocado vivir esto, después quieres volver casa, luego te tranquilizas y eres consciente de la situación, al final comienzas a trabajar y a normalizar tu nueva vida», explica María.

Quienes llegaron hace ya más de nueve meses, se han incorporado a la plantilla de la empresa. «Algunos trabajan en la filial de Levitec, otros se encargan de las obras necesarias en las viviendas para refugiados, mientras que otros prestan un servicio multifuncional dentro del mismo grupo cuidando de los niños, limpiando, ayudando a amueblar los pisos o recibiendo a los nuevos desplazados», detalla Kinga, coordinadora desde marzo de 2022.

María Morska (Bila Tserkva)

María es una de las niñas de Chernóbil. Fueron su padre y su madre de acogida de Zaragoza quienes le insistieron en que abandonase el país en cuanto estalló la guerra. Se pensaba que como mucho estaría fuera de casa un mes, y tan solo empacó tres pantalones y tres chaquetas. Vivía en Bila Tserkva, trabajaba en una tienda de telefonía y acababa de comprarse los armarios para el piso que había estado reformando durante dos años. Su vida siempre estaba planeada y sabía perfectamente que iba a hacer en las próximas semanas. Los fines de semana le gustaba ir de viaje con sus primos. El 23 de febrero de 2022 se compró un bañador porque al día siguiente iba a comenzar a ir a nadar. Nunca lo estrenó. Estando ya en la capital aragonesa, Forestalia la contrató como coordinadora.

Imagen de archivo de María Morska en un puente de Kiev, destrozado en la actualidad tras caer una bomba.

Viktoria Khmelnytska (Kiev)

Viktoria llegó a Andorra, junto a su hijo Bohdan de 16 años, en el primer autobús. Su hija mayor sigue en el país con su novio, ya que no puede salir por estar en edad militar. En Kiev, tenía «muy buen trabajo» de comercial en una fábrica de sofás. Practicaba yoga, hacía senderismo y le gustaba estudiar por su cuenta Psicología. Ahora trabaja como coordinadora de los refugiados en la villa minera. «Antes ayudaba a la gente a buscar un sofá y ahora les ayudo a encontrar una nueva vida», dice. Gracias a su salario puede enviar dinero a su familia. Por su parte, Bohdan está estudiando un grado medio.

Kateryna Ivanova (Dnipro)

Kateryna vino a Andorra con sus dos hijos, Daniil y Denys (de 5 y 8 años), en el segundo autobús. Vivía en Dnipro, donde trabajaba en un salón de peluquería y maquillaje. En su tiempo libre, hacía kick boxing y bordaba. Forestalia la contrató para que cuide de los niños refugiados mientras sus padres trabajan y reciba a los nuevos desplazados. Su hijo mayor ya entiende el español perfectamente. Al pequeño, lo que más le cuesta es estar separado de su hermano en el recreo.

Imagen de archivo de Kateryna Ivanova junto a sus hijos en Ucrania, antes de la guerra.

Tetiana Khoziainok (Bajmut)

Tetiana tenía todo preparado para abrir una tienda de juguetes y ropa en Bajmut cuando explotó la guerra. Su casa fue destruida por los bombardeos y huyó, junto a sus hijas Diana e Irin (de 11 y 8 años) y su marido, a otra ciudad, donde trabajó de lavaplatos. Todos ellos llegaron a Andorra en el tercer autobús, en diciembre. Su otra hija, de 20 años, está en Noruega. Los pequeños se están adaptando al colegio, poco a poco, gracias al esfuerzo de los profesores.

Lilia Hudym (Harkov)

Lilia también se bajó del tercer autobús junto a sus dos hijos, Yehor y Sofía (de 14 y 10 años) y su marido. En Harkov, llevaban una vida «acomodada». Ella es ingeniera y tenía su propia empresa, en la que también trabajaba su marido. Los fines de semana les gustaba hacer excursiones al bosque. El edificio en el que vivían fue bombardeado, aunque su casa no resultó dañada. Su hijo sabe inglés, lo que le facilita comunicarse en el colegio; su hija lo lleva peor, sobre todo, porque no hay ninguna otra ucraniana en clase.

Las prioridades de todas estas familias han cambiado para siempre. La felicidad ahora es «poder despertarse por las mañanas».

La ultima actualización de esta noticia fue 24 Feb 2023 21:32

Ver comentarios (2)

  • Hoy RTVE Aragón en sus noticias de mediodía ha salido Andorra y el centro de refugiados ucranian@s. Una lastima q un medio aragonés mientras introduce la noticia de ucranian@s en Andorra de Teruel proyecte una bandera del Principado de Andorra. Repito, RTVE Aragón.

    • estos de la aragonesa se lucen . hace años salía la temperatura de el tiempo de Andorra. la borraron. total ¿¿ ..