Un regreso desde Argentina en busca de las raíces familiares

En el 2000, Marcelo Martínez cambió Buenos Aires por Aguaviva pero su historia con España comenzó hace años

En el 2000, Marcelo Martínez cambió Buenos Aires por Aguaviva pero su historia con España comenzó hace años

 

La historia de cómo Marcelo llegó a Aguaviva la comenzaron a escribir sus padres, que en 1958 emigraron a Argentina. Se marcharon en una época dura en el país que dejaban y en la que cruzar el Atlántico implicaba pasar días y días en un barco. Lo hicieron por separado, pues aunque eran oriundos de pueblos cercanos en Galicia, no se conocían.

 

Ese encuentro se produjo en Buenos Aires, en la capital de un país tan hospitalario con miles de españoles que emigraron tras la guerra. Tal es así, que el Centro Lucense en Buenos Aires es toda una institución. Los Martínez Turnes iniciaron una vida en común sin perder el arraigo al país que dejaron y que inculcaron a sus hijos. De hecho, la primera vez que Marcelo pisó España fue con 12 años para bailar el folclore patrio en Santiago de Compostela con un viaje organizado por dicho centro.

 

Le acompañó su madre, que volvía desde que marchó en el 58. Marcelo regresó con 18 años y se quedó un mes con la familia. «Entendí por qué mi madre era cómo era, una persona tan trabajadora, ahorradora,… Es de una generación a la que le tocó una época muy difícil», reflexiona. Además, «ese fue el primer vuelo que hizo directo el avión de Buenos Aires a Santiago», apunta divertido.

España seguía en la cabeza de Marcelo, que decidió probar suerte pero tuvo que cambiar Galicia por Canarias para lograr trabajo. Eso sí, en tierras gallegas sacó el carné de camión. En las islas ocupó varios puestos, desde camarero hasta panadero hasta que pasados más de cuatro años, decidió regresar a Buenos Aires.

 

Hubo cosas buenas y otras, sobre todo, en lo laboral, no tanto. En Argentina recuperó su trabajo anterior y esa Nochevieja conoció a su esposa. «Salimos varios amigos y la pareja que me tocó no quiso bailar lento. No me iba a quedar con las ganas y se lo pedí a una chica que dijo que sí. ¡Y hasta hoy!», ríe.

 

 

Llegada e instalación en Aguaviva

 

Todo iba bien hasta que estalló la crisis a comienzos de los 2000 y los asaltos y robos comenzaban a ser demasiado frecuentes. «En lo laboral, bien. Pero la inseguridad nos decidió a marchar», dice.

 

Pensaron en Canarias pero todo cambió mientras acompañaba a su padre ingresado en el hospital y escucharon en la radio que en el Centro Galicia, del que eran socios, había una reunión porque se buscaban familias para vivir en Aguaviva.

 

Tener la nacionalidad española y el carné de camión facilitaron la gestión. De hecho, su primer trabajo en el pueblo fue conduciendo uno en la gravera. A los dos meses se unió su mujer con dos niños -la tercera nacería en Alcañiz-. «Llegué con mi coche «chiquito» y me encontré a la prensa en el aeropuerto y no paraba de llover», cuenta. «¡Imagina la cara de mi esposa que tampoco los esperaba!», ríe.

 

Reconoce que el cambio «fue enorme» pero agradable. «Llegamos a un sitio en el que nos esperaban», recuerda. Aquella expectación de los pobladores se relajó y siguieron su vida. Se adaptó muy rápido y desde dentro como concejal. «Iba en listas pero no pensé en salir», sonríe. Le tocó y, además, con la concejalía que se encargaba de los mayores.

 

En las últimas elecciones volvió a presentarse. «Trabajé muy a gusto. Quizá porque crecí sin mis abuelos, la gente mayor me apasiona», explica mientras toma unos sorbos de mate que le trae su suegro Antonio, un italiano que emigró a Buenos Aires hace décadas. Allí puso en marcha una empresa de cableado que años más tarde de la llegada de Marcelo a Aguaviva, trasladó al pueblo bajoaragonés junto al cuñado de Marcelo. Sigue siendo negocio familiar y da empleos a algunos vecinos. «Las historias se repiten», suspira y apura el mate.

La ultima actualización de esta noticia fue 19 Abr 2019 10:53

Ver comentarios (2)

  • Me conocia parte de la historia pero sigue siendo igual de apasionante cuando.la lees

  • Que lindo nestor, te mando un abrazo grande , recuerdo cruzarte en el e.n.e.t. n11 y bailando gallego, javier fernandez