La Central Térmica de Aliaga: la resistencia del símbolo

La central de Aliaga se puso en funcionamiento con la entrada de la década de los 50. Cuarenta años después de su desmantelamiento es hoy símbolo del pasado minero de la provincia de Teruel, aunque urge buscarle un futuro factible


Un reportaje de Alicia Martín

Imágenes de María Giménez y de la Asociación Cultural Santa Bárbara

Con la colaboración del

Ayuntamiento de Aliaga

«Mi abuelo trabajó en el montaje y yo estuve en el desmontaje». Es el resumen rápido de lo que fue para Aliaga su central térmica de carbón. Años de bonanza y mucho trabajo, años marcados por el negro del mineral y por una industrialización a marchas forzadas que se frenó demasiado pronto. A pesar de todo, la que fue la central más importante de España continúa intentado trazar su propio camino, alejada desde hace décadas de la producción energética.

La polémica por el desmantelamiento de la Térmica de Andorra en plena crisis obliga a mirar al pasado. Un pasado cercano cuyas consecuencias no son ajenas a muchos pueblos de la Cuenca Minera. Ahora que la actualidad hace brillar con fuerza el caso de Andorra es precisamente el momento de poner el foco en aquello que queda en la sombra pero que aún se mantiene en pie.

La central de Aliaga se puso en funcionamiento con la entrada de la década de los 50. Treinta años después, comenzaban los trabajos de desmantelamiento. En 1982, hace ahora 40 años, solo las estructuras principales se mantenían en pie. Vacía por dentro, desprovista de elementos de valor y de máquinas, comenzó su sempiterno letargo.

A partir de ahí, cuatro décadas de preguntas para los vecinos de Aliaga y sus barrios, que vieron como lo que llegó se fue tan pronto como vino. Tienen presente su pasado minero pero conforme uno sale del radio de acción de la central pocos recuerdan el esfuerzo de los pueblos que la proveyeron de lignito, de quienes sudaron frente a las máquinas. La conciencia sobre lo que ocurrió y su relevancia se diluye conforme tomas carreteras que te alejan. Vías y caminos a los que muchos se enfrentaron hace tiempo para no volver.

«Hemos pintado mucho en la Historia de España», sostiene Sergio Uche. Es el alcalde de Aliaga y nieto de quien ya trabajó en el montaje del gigante. Ahora los tiempos son otros. «Teníamos la central eléctrica con mayor producción de España. Exportábamos energía eléctrica a Europa cuando ahora tenemos que comprarla», añade casi con resquemor.

Ese sentimiento de impotencia, de futuro arrebatado sin permiso ni perdón, la han vivido muchos otros pueblos a lo largo del último siglo. Llega el momento de soñar otros futuros. Ya se encargará la realidad de cerrar puertas pero, como mínimo, hay que imaginarlas. Y Aliaga lo hace.


Teníamos la central eléctrica con mayor producción de España. Exportábamos energía eléctrica a Europa y ahora tenemos que comprarla.


Tras el desmantelamiento de la central de Aliaga, que pertenecía a Eléctricas Reunidas de Zaragoza (posteriormente adquirida por Endesa), la infraestructura cayó en manos privadas, sufriendo un importante deterioro. Parte de los terrenos pasaron a ser municipales, hasta que el Ayuntamiento la acabó comprando por 210.000 euros en 2017. Lo hizo casi por necesidad. «Las compuertas del pantano las manejaba la central y si se vaciaba el barrio de La Aldehuela se quedaba sin agua. Hacer una obra para llevar el agua desde Aliaga a La Aldehuela como sí hicimos para llevarla a Campos era más cara que comprar la central.  La adquirimos y cerramos las compuertas. Matamos dos pájaros de un tiro», explica Uche.

Una vez llevado a cabo ese importante trámite, que sostiene legalmente que el propio pueblo se ocupe de la central, el recinto ha ido poco a poco explorando nuevos usos. «¿Ha tenido vida? Toda. Ha sido la imagen oficial del Sónar 2012, en ella se ha grabado un corto con tres premios internacionales, se han grabado sesiones de conocidos DJs…», relata el primer edil. Ahora la cuestión que se plantea es cómo sacar mayor partido a un complejo único y, en este punto, la Teruel Film Commission también puede ser una grana liada. De hecho, bajo su auspicio en 2021 albergó el rodaje de un reportaje para ‘Centímetros Cúbicos’, el programa de Antena 3 dedicado al motor.

La pátina del tiempo ha concedido al gigante edificio principal y a las construcciones aledañas un aire de pasado constante que a uno le sobreviene al postrarse ante la magnética mole de hormigón. Y eso hay que aprovecharlo. Mientras hay quien aboga por mantener la central como una opción más para rodajes o como escenario para diferentes productos culturales, otros prefieren dotarla de un uso más convencional. «A veces uno no sabe cómo acertar», bromea Uche. Lo que resulta innegable es que hay zonas que requerirían actuaciones urgentes de estabilización. En contra del dicho, habría que empezar la casa por el tejado. Y es que es esta una de las áreas más dañadas por las inclemencias del tiempo y el paso de los años.

«¿Cuál será el futuro de la central?» -se plantea el alcalde- «Creo que puede ser compatible el uso cinematográfico con el cultural. Han salido varios proyectos: unos me gustan más y otros menos, pero todos tienen buena pinta», adelanta. No habla en vano. El tema no ha quedado olvidado, pero hay una máxima: «Tenemos que tener claro que todo lo que se haga en la central tiene que respetar el edificio y tiene que ponerlo en valor».

El desmantelamiento, en la década de los 80, arrebató a Aliaga la posibilidad de convertir la infraestructura en un Museo de la Energía único en España. «Fue una salvajada. Yo trabajé en el desmontaje, era lo que había…», reflexiona. Es lo que está ocurriendo ahora en Andorra. A los vecinos les diría que no se dejen quitar su patrimonio. Lo que ahora parece que no es nada en 20 años puede ser una joya», dice apenado. La voz de Uche esconde, lamentablemente, la de la experiencia. Su abuelo participó en el montaje cuando la central se antojaba como la promesa innegable del futuro, y a él le tocó la decadencia del símbolo, la condena a un pasado eterno.


A los vecinos de Andorra les diría que no se dejen quitar su patrimonio. Lo que ahora parece que no es nada en 20 años puede ser una joya.


El alcalde habla desde el corazón, admite, por eso no puede ver como una oportunidad que los tres edificios que componen la central de Aliaga estén diáfanos. Las posibilidades son muchas, pero la memoria pesa. La voluntad de querer seguir siendo productor de energía también está ahí, por eso incluso se plantean poner placas fotovoltaicas en el tejado, casi como un símbolo del cambio de Era. No obstante, no hay nada cerrado.

El embalse: una cuenta pendiente

La Central Térmica de Aliaga cuenta con una peculiaridad. En 1948 se le otorgó a Eléctricas Reunidas de Zaragoza (ERZ) la concesión de un embalse. El 16 de septiembre el BOE resolvía así en su Nº260: «Otorgando a «Eléctricas Reunidas de Zaragoza S.A.» la concesión para aprovechar aguas del río Guadalope, con la construcción de un embalse aguas arriba de Aliaga (Teruel) y dentro de su término municipal y de un contra embalse en el mismo río La Val, con destino a refrigeración de las instalaciones de la central térmica propiedad de la Entidad peticionaria». Pero tampoco esta infraestructura tiene un futuro claro.

«Con el embalse tengo una espina clavada en corazón», lamenta Uche. Responsable de las fantasmagóricas aguas es hoy en día la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE). No obstante, el pantano no llegó a revertirse por parte de Endesa en su día, es decir, no se limpió y adecuó para usos no industriales. Eso por eso que el alcalde clama: «Aquí hay una cuenta pendiente». El paso de los años ha hecho que la profundidad se vea mermada por la acumulación de lodos. Esto, a su vez, hace que la vegetación prospere, invadiendo gran parte de la masa de agua y dando cabida también a la existencia de diferentes especies animales. Tan poco cubre que el embalse suele congelarse por completo en invierno, sucumbiendo al frío de las Cuencas Mineras y dejando, eso sí, imágenes espectaculares con los edificios de la Térmica al fondo.

Pero es este un problema que se agrava con el paso del tiempo, y el estado lastimoso de la masa de agua requiere una intervención urgente. Este es el motivo de la pena que manifiesta Uche, que ha tratado en varias ocasiones de ejecutar un plan a tres bandas para mejorar el estado del embalse. «Ese pantano hay que limpiarlo. Primero, porque creo que nos lo merecemos: nosotros hemos anegado nuestras mejores huertas para dar energía a toda España. Y segundo, porque no se pueden tener las cosas abandonadas. La reversión del pantano de ERZ a la CHE lleva 40 años pendiente», detalló.


Ese pantano hay que limpiarlo. Nos lo merecemos. Nosotros hemos anegado nuestras mejores huertas para dar energía a toda España.


El problema es importante. Consciente del coste de drenar y limpiar el embalse, Uche trata de ser realista. «Yo no pido restituir el pantano a 9 metros de profundidad, yo pido crear una lámina de agua de 3 metros, porque a partir de 2 o 2,5 no crecen hierbas en los lodos», argumenta.

El objetivo primero de esta operación está claro: poder emplearlo como punto de carga de agua para la extinción de incendios forestales. «Si cuando ocurrió el incendio de Ejulve el pantano hubiera estado limpio no se hubieran quemado más de 7.000 hectáreas, se hubieran quemado 2.000. Los helicópteros solo podían coger agua donde la presa, que es donde cubre un metro. Esto es una barbaridad», concluye con tono serio.

Además, el poder contar con el embalse limpio abriría nuevas opciones de negocio que se plantean igualmente desde el consistorio. Desde la puesta en servicio de empresas de turismo activo para ofertar paseos en barcas o kayaks hasta usos piscícolas. «¿Qué damos? ¿Dos o tres puestos de trabajo? ¡Es que eso en Aliaga es mucho! Es como una empresa de cien puestos en Zaragoza…», añade, confiando en que la comparación resulte suficientemente ilustrativa.

María Giménez: «Un edificio, si no se usa, se acaba muriendo»

María Giménez, licenciada en Bellas Artes, restauradora de bienes culturales y descendiente de Aliaga, ha dedicado varios años de su vida a tratar de recuperar la historia de esta infraestructura. Vivió en Estados Unidos y al regresar tuvo la necesidad de investigar. El resultado de su tesis doctoral queda recogido en una página web donde recopila información, datos, fechas e imágenes que también han servido para la elaboración del presente reportaje.

¿Cómo llega a ti este proyecto?

Él llega a mí porque yo soy nieta de un trabajador de la central. Y yo llego a él porque decidí hacer la tesis sobre patrimonio industrial, y qué mejor ejemplo que la Central Térmica de Aliaga, puesto que la tengo en frente de mi casa.

¿En qué año fue esto?

Comencé la tesis en 2018. Volví a España por circunstancias laborales, me planteé la idea y empecé a buscar información. Es un elemento arquitectónico muy emblemático de la zona, la situación de ruina en la que está llama mucho la atención, no se ha hecho nada con él, no se sabe nada de él, la Historia queda un poco difusa, sobre todo en sus orígenes, y me dediqué a investigar sobre ello. Y así hasta el día de hoy.

¿Todavía quedan preguntas en el aire?

Sí. Sigo buceando en archivos y voy encontrando cosas muy interesantes, como que estuvo proyectado un tren que llegaba hasta Aliaga. Este es un tema inédito, ni siquiera lo he llegado a publicar en mi tesis (ríe).

¿Cuál es el objetivo final?

Desenterrar la Historia y buscar nuevos usos para estos edificios. En general un edificio, si no se usa, se acaba muriendo, porque si no tiene vida las tejas acaban cayendo. La central térmica está un poco pachucha en ese sentido. En mi tesis abordo qué usos culturales podemos darles a estos edificios simbólicos en cuanto a patrimonio inmaterial y remarcables en cuanto a patrimonio arquitectónico.

¿Qué elementos resultan distintivos?

No está concebido como una central al uso. La de Escatrón es contemporánea y no es igual a la de Aliaga. Por ejemplo, la de Escucha tiene una arquitectura industrial, no es un edificio que tenga que ser bonito por fuera, que deba tener elementos estéticos. En cambio, la central de Aliaga está construida en una arquitectura racionalista, franquista, que ensalza también la grandeza del Régimen. Los frontones, los óculos de la fachada central, los vanos alargados que rodean el edificio… Todo eso hace que sea arquitectónicamente muy llamativa. ¿En cuanto a usos industriales? Supuso que la central tampoco se pudiera ampliar más. Sí hubo una ampliación en 1964 para poner una caldera nueva, pero aun así, constituyen unos elementos muy singulares para una central térmica.

En cuanto al patrimonio inmaterial la central térmica ha configurado la memoria y la identidad de los habitantes de Aliaga. De los que estuvieron y de los que están actualmente. Si a una persona le quitas su identidad el pueblo se queda sin nada. Todas las vidas, todas las historias, todos los habitantes que tiene actualmente Aliaga de una manera u otra han estado ligados a esa central y a las minas.

¿Cómo es posible entonces que se mantenga en el estado en el que está actualmente?

La desidia o el querer hacer de esto un negocio. Es muy difícil porque es un edificio industrial que no se descontaminó en su día, el pantano no se revirtió… Se han ido acumulando unos vacíos de acción y eso nos ha llevado a estar como está.

¿Tiene futuro desde la perspectiva cultural?

Yo creo que sí pero hay que ser realista porque la inversión es elevada. Hay que descontaminar, hay que eliminar amiantos, azufres, carbones, hay que intervenir en el paisaje respetando la naturaleza que está colonizado esos lugares industriales… Respecto a los usos culturales, Teruel está pujando por ser un escenario cinematográfico. En ese sentido tiene mucho futuro. También puede servir para la industria de los gamers… Y, ¿por qué no? Si te pones a pensar en grande tienes una Facultad de Bellas Artes en Teruel. ¿Por qué no utilizarla para hacer instalaciones allí? ¿Por qué no emplearlo para hacer esculturas de gran formato? Algo que no puedas hacer en otros sitios pero que sí tenga cabida en Aliaga. No vamos a replicar el Tate Museum de Londres, pero sí podemos hacer algo. O, por ejemplo, descontaminarla lo suficiente para crear unos recorridos turísticos seguros a fin de explicar cómo funcionaba la central. Eso se puede hacer y de hecho se hace en los Altos Hornos de Pittsburgh, en Estados Unidos. ¿Puede funcionar? Sí. ¿Hay que invertir dinero? También.

¿Podría contar con una figura de protección de patrimonio?

Claro, aunque hay gente que no está del todo a favor por las limitaciones que eso conlleva. Aliaga y su entorno podrían calificarse de paisaje cultural. Sí podrías darle una figura. ¿A nivel local? Por supuesto. Puedes darle un carácter de Bien Inventariado o Bien Catalogado. ¿Bien de Interés Cultural? Es un poco controvertido. Desde Patrimonio dicen que la central de Aliaga no es igual que la Catedral de Teruel a nivel de protección patrimonial. No tiene nada que ver una central térmica con una catedral mudéjar y eso es lo que a la sociedad le chirría un poco en ocasiones. La protección sí tiene que estar. A nivel local se puede proteger. Es cuestión de que las entidades se pongan un poquito de acuerdo, y hay que rellenar papeles.

¿Crees que volveremos a ver la central viva de aquí a unos años?

Ojalá. Yo quiero que sí que pase porque me da mucha pena verla así. Se está perdiendo la identidad. Mucha gente viene a las pasarelas de Aliaga y no sabe lo que está viendo. Simplemente con dinamizar un poco el camino, enseñarles, explicarles qué es lo que era eso y qué es lo que ha supuesto… También su desaparición supuso mucho. Es una manera de entender la industrialización en la España de la posguerra desde la post industrialización que está ocurriendo ahora en lugares como Andorra. Yo quiero que sí tenga un futuro. Por mi parte lo intentaré. Seguiré dando la lata.