La semilla de la Semana Santa hijarana de los abuelos Gómez

Carlos Millán Gómez y su familia regresan todos los años al pueblo de los abuelos maternos con los que empezó todo

Carlos Millán Gómez y su familia regresan todos los años al pueblo de los abuelos maternos con los que empezó todo

Responde sin dejar lugar a las dudas. Si tiene que elegir un momento especial en su Semana Santa ese es el Romper la Hora. No es justo el del primer palillazo, -que también-, son los dos o tres minutos que preceden a la medianoche. «Es lo más parecido que veo con la felicidad», dice. Carlos Millán Gómez se ha pasado la vida intentando darle explicación pero ha llegado a la conclusión de que «las maravillas de la vida no la tienen».
En el momento del Romper la Hora, Carlos solo ve y percibe a su alrededor felicidad. Decenas de personas hacen lo mismo al unísono y todas sonríen, hay paz en sus rostros. Esta sensación le acompaña desde niño, tal es así, que cuando sus padres le invitaban a pensar en algo que le hiciera feliz para espantar a los miedos nocturnos infantiles, él pensaba en la Semana Santa de Híjar.

Tampoco duda en ubicar el germen de este sentimiento. Está en Antonio Gómez y Pilar Montañés, sus abuelos maternos. «Hay que ponerles el señor y señora delante», añade Laura, hermana de Carlos. «Tuvieron la grandeza de transmitir a sus nietos esta pasión que ellos llevaban tan dentro y que ahora mantienen también sus bisnietos», dice ella. «No puedes imaginar el orgullo que siento viendo cómo lo disfrutan y viven mis hijos y mis sobrinos», añade. Todos residen fuera pero cuando llega Jueves Santo, el único camino es el que conduce a Híjar. «Si por mis hijos fuera, un mes antes ya estaríamos allí», ríe.

«Mis abuelos eran de otra galaxia», añade Carlos. Cuenta que cuando se casaron, la madre de su abuelo le puso en el ajuar dos túnicas, «ya para toda la vida». Carlos sigue colgándose el tambor cada Semana Santa desde que de niño, su abuelo le pusiera uno y su abuela le cosiera una túnica. En esos inicios también está muy presente su tío José. Tocaba el bombo y Carlos iba delante de él en las filas del centro de la procesión. «Debía de pesarme mucho y me vencía, así que mi tío optó por atarme una cuerda a la cintura amarrada por el otro extremo a su bombo y así no me iba para adelante», apunta.

 

 

Carlos concibe la Semana Santa de Híjar como una transmisión familiar, la necesidad de mantener la cadena intacta. Que no se pierda ningún eslabón. Es por ello, que cada Jueves Santo, aunque esté en Sevilla, que es donde le pilla cada año el inicio de Semana Santa, toma el AVE de regreso a Aragón. «Tengo el corazón partido en ese sentido, siempre me llamó la atención el sur pero Jueves Santo sí o sí, Rompo la Hora con los míos y ya me quedo». Los suyos son sus hermanas Laura y Yoli, sus cuñados Chema y Jorge, y su marido Juan. Desde luego, sus sobrinos Iván, Leire, Aitana y Rubén.

«Ahora es por ellos, tenemos que estar igual que estuvieron mis abuelos y mis padres con nosotros», añade. También se reúnen con los primos Luis, María, Ana y Jorge y sus descendientes David y María. «Es nuestro tiempo y momentos como el vermú tras la Bajada de Imágenes son impagables», añade Laura. También para ella Romper la Hora es especial. «Te recuerda que te haces mayor porque ya te vas acordando de mucha gente que te falta», comenta. «Gente que no está pero sí está, porque ese momento cuando Rompes la Hora, hay una energía especial. Es como si tocas el cielo, como si tocases con los muertos… Mi abuelo está con nosotros», añade Carlos.

Visitan también Cetina, el pueblo paterno, donde la Contradanza es una de las grandes fiestas de Aragón. Pero la Semana Santa es hijarana. «Es mi pueblo, tengo la suerte de ser de Híjar, ¿qué le voy a hacer?», dice Laura argumentando la intensidad de estos días.

 

La necesidad de hacer pedagogía con la Semana Santa en Híjar

Carlos es historiador y es el gerente de una empresa de servicios turísticos con sede en Zaragoza. Gozarte lleva por nombre e incluye muchas propuestas fuera de la capital e Híjar es, desde hace años, uno de los destinos. En Jueves Santo volverá a serlo para todas aquellas personas que quieran conocer en un viaje, qué es la Semana Santa de la Ruta. Esta labor le valió el reconocimiento de su pueblo en 2015 con el Premio Redoble en las Jornadas de Convivencia de la Ruta. Su colaboración es muy estrecha siempre y este año más con la conmemoración del V Centenario.

 

 

Aunque no hay explicación para los sentimientos, Carlos insiste en la necesidad de hacer pedagogía. «Hay que explicar qué es, qué hay y qué se va a encontrar quien venga», cuenta. Pone de ejemplo esa noche, ya madrugada, de Jueves Santo con la procesión de los Rosarieros. «No es lo mismo ver pasar una procesión que explicar dónde ponerse, qué es el Humilde…», dice y también para los de casa. «Hay que contarlo, explicarlo mil veces porque no se puede sentir orgullo de lo que no se conoce». El anuncio de la Unesco le cogió en la calle Alfonso en Zaragoza. «Me eché a llorar», dice. «Es muy importante porque es el mayor reconocimiento y llega de fuera, desde un organismo internacional», argumenta.

Además de los actos, una de las apuestas de la conmemoración del V Centenario, que se alargará hasta 2020, incluye investigación, un paso imprescindible. «Existen estudios antropológicos, sociológicos, pero tan apenas históricos y eso es crucial para una Semana Santa con 500 años de historia», recuerda.

La ultima actualización de esta noticia fue 4 May 2019 18:40