Calanda rompe el silencio pero no el vacío de un Viernes Santo buñuelesco

VÍDEO Y GALERÍA DE FOTOS. Este Viernes Santo los abrazos, los besos y los reencuentros han sido virtuales pero los toques no. El toque del tambor y el bombo ha sido más real que nunca

Llegar a Calanda este Viernes Santo ha sido, cuánto menos, surrealista. Llegar con el coche hasta la mismísima plaza de La Hoya, no ver ni una sola túnica morada hasta pasadas las 11.50, no poder echar un buen café en el Moderno… Todo ese ritual que repetimos año tras años antes de las diez y media de la mañana para poder entrar al pueblo se ha ido al traste por el coronavirus.

El Viernes Santo de 2020 será recordado por una plaza de España vacía, con un silencio que sólo han roto los periodistas, la Guardia Civil y el ejército. Han faltado abrazos, reencuentros y amigos, que son, con toda seguridad, tres de los aspectos mas conmovedores de la Semana Santa de Calanda.

El cuarto y más importante es el toque del tambor y el bombo. Pero ese si que ha llegado. Lo ha hecho con fuerza, a las doce en punto y desde los balcones y terrazas de los cientos de vecinos que todavía resisten en el medio rural. Calanda ha roto el silencio con sus redobles, mirando al cielo y pensando en los que no han podido estar. Porque, al igual que ayer hicieron el resto de pueblos de la Ruta– el coronavirus no ha podido con la tradición, declarada Patrimonio Cultural por la Unesco.

Ese toque también ha llegado desde Zaragoza, Barcelona o Valladolid, entre otros muchos lugares de España. Los que desde allí han tocado -algunos con todo tipo de utensilios porque conservan sus instrumentos en la casa de Calanda- lo han hecho nostálgicos y con ganas de que el año pase para volver a sentir cerca su tierra.

Bea y Víctor este viernes tocando en su balcón de la plaza de España

Pero este Viernes Santo también ha dejado momentos inolvidables. Como la primera Rompida de la Hora del pequeño Joaquín Escuin, de poco más de un mes. Víctor, Bea y su hermana Berta le vistieron con túnica y le dejaron escuchar sus primeros redobles. También tocaron con devoción y entrega los Navarro desde su balcón y Juan Herrero, concentrado desde la terraza de su casa.

Este Viernes Santo los abrazos, los besos y los reencuentros han sido virtuales pero los toques no. El toque del tambor y el bombo ha sido, probablemente, más real que nunca.

La ultima actualización de esta noticia fue 7 Jul 2021 13:56