Andrea Rodríguez, una apasionada del pícolo, instrumento clave de las bandas

EncontrARTE. INCLUYE VÍDEO. Entre la flauta y el flautín reparte su pasión Andrea Rodríguez Berenguer, la pequeña de tres hermanos dedicados a la música, que estudia en Amberes

En septiembre comenzará Andrea su sexto año de estancia en tierras belgas. Llegó procedente de Salamanca en su último año de carrera del Conservatorio Superior y la ciudad de Leuven (Lovaina) fue la elegida. Hizo su año Erasmus que enlazó con un máster en flauta travesera al que le siguió otro en pícolo (también llamado flautín). La pandemia obligó a reestructurar programaciones y el máster se ha alargado, por lo que continúa con la especialización.

Andrea Rodríguez Berenguer (Valjunquera, 1995) descubrió el flautín en la Unión Musical Nuestra Señora de los Pueyos en Alcañiz. «Es un instrumento agudo y la afinación es delicada… Al final, es el más temido y del que se suele huir», dice y rompe una lanza en su favor: «Es maravilloso y está presente en muchísimos momentos, como por ejemplo, en el cine donde envuelve situaciones de fantasía, magia o amor y a la gente le gusta», sonríe.

Le queda un tiempo por tierras belgas pero en un futuro le gustaría regresar «sino a casa, a la zona» con el fin de enseñar todas las posibilidades de este instrumento que adora. «Me encantaría dar clase a adolescentes que estén con el «píccolo» y ayudar a que lo disfruten porque en los repertorios de las bandas tiene una importancia bastante alta y si no tienes los conocimientos, a veces se hace difícil», añade. Ella cogió el flautín porque estaba en el repertorio de la banda de Unión pero venía de flauta, otro instrumento del que se enamoró en cuanto escuchó su timbre. Tenía apenas seis años y pasó de Música y Movimiento al Conservatorio de Alcañiz donde vieron que tenía aptitudes. Superó las pruebas de acceso y ya no se separó de ella.

Estudiar el máster era más caro en España que en Bélgica, donde además hay varias fórmulas para facilitar estudio y trabajo. El gobierno de Flandes en concreto dispone de fórmulas de acceso a un empleo para los artistas con el fin de que puedan continuar con sus estudios. Ella trabaja en un almacén mientras estudia el máster además de Holandés. Al mismo tiempo, se prepara a fondo para la fase final de una competición musical que se celebrará en Holanda en octubre.

Aunque piensa en volver, está feliz con la experiencia que le toca vivir en un ambiente de músicos de muchos países. «Es enriquecedor a todos los niveles, tanto cultural como socialmente, pero debería ser una elección y no una obligación, lo mismo que debería ser posible elegir el momento de regresar porque realmente haya opciones de trabajo», comenta.

Las bandas de música

Andrea, que recoge el testigo en esta sección de manos del saxofonista Daniel Simón, es la pequeña de tres hermanos y los tres son músicos. De hecho, cuando ella comenzó con la flauta siendo pequeña, sus hermanos Miguel y Javi ya tocaban la trompeta y el trombón, además de las artes de su madre en el canto. Su bisabuelo, residente en Barcelona, acudía cuando podía al Liceo a escuchar música. Su abuelo fue un gran aficionado a la música pero los tiempos no eran muy dados a facilitar el estudio. Suplió esta carencia con una enciclopedia que siempre tenía a mano para saciar su curiosidad. «Mi abuelo padece Alzheimer y veo que se emociona con una zarzuela… El poder de la música es inmenso», dice y reivindica todo apoyo a las formaciones que se dedican a fomentarla. «Las bandas son más que eso, son un bien social que te descubren relaciones sociales y un mundo a veces tan cercano como el pueblo vecino y desconocido hasta que vas a tocar».

Andrea Rodríguez Berenguer es una enamorada del pícolo.

Ella se crió en Alcañiz hasta que la familia se trasladó a Valjunquera en su adolescencia. Allí creció sin romper los vínculos musicales con la capital bajoaragonesa a la que acudía con sus hermanos a ensayos, clases semanales y actuaciones. Recuerda que fue el ímpetu que veía en sus compañeros lo que le animó a no desistir. «Gente que empezó con 10 años y con 60 continúan, tienen sus trabajos aparte que nada tiene que ver con la música y se van a su casa con toda la ilusión por ensayar y seguir mejorando… Eso es impresionante», cuenta. «En España hay una cultura musical que no hay en otros países, ojalá las instituciones apuesten firmemente por las bandas porque son un tesoro y en el Bajo Aragón especialmente», concluye.

La ultima actualización de esta noticia fue 26 Jul 2021 11:23