Noemí Sabugal: «Las cuencas mineras aragonesas han tenido que desmantelar un sector que les ha dado de comer»

ENTREVISTA | La reconocida autora y periodista inaugura el ciclo Alcañiz Lee con la presentación de su libro 'Hijos del carbón'. Habla sobre el sector minero y la importancia del territorio de Aragón para sus capítulos

Noemí Sabugal (León, 1979) es una reconocida periodista y autora de novelas como ‘El asesinato de Socrates’ y ‘Una chica sin suerte’. Su último libro es el ensayo ‘Hijos del carbón’, en el que se basa en sus recuerdos como hija y nieta de mineros para contar la historia de un sector a través de un recorrido personal por diferentes territorios mineros de España. En su visita a Alcañiz, Sabugal inauguró el ciclo Alcañiz Lee, donde hizo hincapié en su paso por Aragón para narrar parte del libro.

La ultima actualización de esta noticia fue 29 Mar 2022 11:08

Visita Alcañiz para presentar su libro 'Hijos del carbón'. ¿Qué le llevó a escribir esta obra?

Vengo de zona minera, soy hija del carbón. Mi padre fue minero, así como mis abuelos y mi bisabuelo. He vivido las circunstancias que marcan la vida en una zona minera. Desde que sabíamos que estas cerrarían en 2018 y posteriormente llegaría también el cierre de las térmicas comencé a interesarme por las consecuencias de ello. Decidí iniciar este libro como un ejercicio de memoria en el que recopilaría los diferentes veredictos de quienes estábamos viviendo no solo ese momento, sino toda la historia del carbón en sí y de su importancia como sector para el desarrollo de España a lo largo de los años.

Su libro recopila un viaje de tres años que realizó por diferentes territorios mineros del país. ¿Existe un punto en común entre estas historias?

Cada zona tiene su singularidad, pero una cuestión muy clara que hay en la minería especialmente en aquellas minas de interior de montaña es la relación con la muerte. En el libro hay muchos testimonios impactantes en torno a este tema, y es algo que choca porque en este sector, aunque un padre de familia haya muerto trabajando en la mina, existen casos en los que los hijos, aún con ello, también entran en el sector de la mina. La singularidad en torno a la muerte deja claro que este ha sido un sector peligroso hasta el final, de hecho el último accidente múltiple en la minería se dio en la zona de la central leonesa cuando murieron seis trabajadores en el año 2013, caso que todavía sigue sin juzgarse.

Podría entenderse entonces como una vida dura tanto para trabajadores como para familias.

Definitivamente. Aunque en los últimos años las consecuencias no llegaban a ser tan duras hay historias que impactan demasiado. Mi abuelo con 36 años tenía silicosis de segundo grado porque había entrado con 14 años a trabajar. Las condiciones en ese entonces eran muchos peores también, eso está claro.

La minería puede llegar a ser entendida como un oficio masculino para muchos, ¿qué papel ocupan las mujeres en su libro?

Las mujeres siempre estuvieron presentes en el sector de la minería. No tanto quizás en la producción, pero si nos remontamos a mediados del siglo XX estas ocupaban el lugar como carboneras y realizaban tareas tan importantes como el cribado del mineral o la limpieza e incluso toda la red de asistencia en los hostales o los lugares de comida que se establecieron con la llegada de tan gran número de población.

Como hemos comentado antes, usted habla de historias mineras de más de un territorio. ¿Qué importancia supone Aragón en este libro?

Aragón ocupa un papel importante. En el libro recuerdo la primera vez que vine en 2017, momento en el que visité la mina de Santa María en Ariño, que en su momento estaba en plena producción. Dos años después volví cuando esta estaba completamente cerrada y en fase de restauración, y era entonces cuando te encontrabas con la segunda parte, que era el cierre de la central. Cuando vine en ese momento coincidió una manifestación de los trabajadores de las subcontratas de la central para pedir que no se cerrara la mina hasta que no hubiera otra alternativa. Esto demuestra cómo de complicado es el proceso para las cuencas mineras aragonesas, que han tenido que desmantelar un sector que les ha dado de comer sin tener algo por lo que ser reemplazado. Hay otras zonas diferentes como la de Mequinenza, donde el cierre llegó en otro momento y por otras circunstancias del terreno los empleos pudieron llevarse al sector frutícola. Quizás Andorra sea el sitio más perjudicado y con más dificultades por la falta de diversificación para una población que antes vivía casi enteramente de este sector.

¿Diría que esta situación afecta de alguna forma a la despoblación de estos municipios?

Por supuesto. Las cuencas mineras, especialmente aquí en Aragón, han sufrido el ‘gran trauma’. En los años sesenta el campesinado se fue a las ciudades, pero en los territorios mineros la población se multiplicaba por una necesidad de obra muy grande. Primero por las minas y después por la combinación de mina y térmica. Estas zonas crecieron y crearon infraestructuras, escuelas, hospitales, campos de fútbol… Ahora, desde hace años, la situación es contraria, como ocurre en el caso de Andorra. Al perder servicios y opciones de trabajo, la población tiene que irse.

La situación podría haberse previsto.

La falta de previsión es muy clara. En muchas zonas mineras se ha dicho que las propias empresas impedían y dificultaban que otras empresas potentes pudieran instaurarse en estos territorios porque había una grandísima demanda de mano de obra y no interesaba. Ese problema en cuanto a la diversificación lo estamos viendo ahora. Es incluso una falta de previsión energética. En 2018 el carbón aún fue la tercera fuente de energía por debajo de las nucleares y la eólica.

Para terminar, ¿su libro podría entenderse como una reivindicación para el sector?

Lo que he intentado es hacer un ejercicio de memoria. El ejercicio de proyección hacia el futuro ya es más complicado. Aunque por supuesto que reivindico un futuro para las cuencas mineras y unas posibilidades para la población, porque al final España le debe mucho en cuanto a producción de energía, porque a día de hoy esta se sigue haciendo en los pueblos, no en Madrid o Barcelona. Son estos los que siguen suministrando la energía a las grandes ciudades y a su vez continúan teniendo problemas como la falta de servicios o la despoblación.

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  • Magnifica aportación, con tanta cretinez teledirigida por los medios globales, pasaremos hambre y frío,el cambio climático se combate con la reforestación, con mantener la diversidad de cultivos, con la ganadería extensiva y los pueblos vivos, no con chiringuitos subvencionados y miles de enchufados con magnífico sueldo en magníficos despachos.