Joaquín Escuder, el trazo geométrico meditado

EncontrARTE. Entre las obras de Joaquín Escuder (Alcañiz, 1961) figura el mural del techo del Teatro Municipal de Alcañiz, un sello de la ciudad

Fue en Alcañiz donde Joaquín Escuder se encerró a trabajar sin descanso y de una forma muy concienzuda en su obra. Corrían los últimos años de la década de los 80 y en aquella época comenzar a mover una carrera artística era algo muy artesanal y de puerta a puerta. Ahora, como todos, pasa sus días confinado en casa donde combina su producción pictórica con las clases online. Desde 2006 es profesor del grado de Bellas Artes de la Universidad de Zaragoza en el Campus de Teruel.

«Se puede compaginar a base de restar horas de otro lado porque la docencia consume mucho tiempo y esfuerzo», reflexiona. «Vivir del Arte es para muy pocos… La parte positiva es que el mundo académico te proporciona otros contactos más allá de los galeristas», añade. A él le ha llevado a países como Turquía o Portugal. Este obligado confinamiento a Joaquín le está sirviendo para leer y dibujar «mucho». Trabaja siempre con lo que le rodea y dice que el silencio de esta situación estimula y ayuda a relacionar inquietudes que ya están incubadas en la mente. «Es un buen momento para detenerse y pensar y también para hacer esas actividades que requieren de atención y sosiego. Eso, si consigues evadirte de los tantos ruidos tecnológicos que tenemos alrededor», dice.

Asegura que no depende de las tecnologías pero las tiene asimiladas. Da clases a generaciones cada vez más «de pantalla», algo que cree que les impide percibir la materia de las cosas. «Mi trabajo consiste en eso, en intentar que se relacionen con la materia con una conciencia del yo personal y no pensar a través de referencias de otras personas. Esa es la batalla aparte de enseñar pintura que lleva con nosotros 75.000 años», sonríe.

De Alcañiz al mundo

«Omphalos» -ombligo en referencia al origen y centro de todo- lleva por nombre la pintura mural del techo del patio de butacas del Teatro Municipal de Alcañiz. Es una obra de Escuder que ejecutó a finales de los 90 desde un andamio. «Me interesan mucho los procesos pictóricos y tengo mucho archivo de aquella obra, me metí con mucha energía», recuerda. Realizó otro mural en la Casa de Cultura de Andorra y no ha seguido con más «porque no me han encargado», ríe. En aquellos años Joaquín ya no estaba en Alcañiz aunque viaja con mucha asiduidad, sobre todo, desde que en 2006 se instaló en Teruel.

«Omphalos», la pintura del techo del patio de butacas del teatro alcañizano. / Fundación Quílez Llisterri

Cuando acabó Bachiller en Alcañiz se marchó a Barcelona donde inició el viaje hacia lo abstracto y a la pintura no figurativa y donde se licenció en Bellas Artes en la Facultad de San Jorge. «El sistema de enseñanza te permitía dar clase con pintores de relevancia internacional y ver pintura al natural, la contemplación directa de las cosas», reflexiona. La siguiente parada fue el servicio militar en Madrid. «Recuerdo verme en el Museo del Prado vestido de uniforme», ríe. Con los años regresó a la ciudad con una residencia en la Casa Velázquez y más tarde fue con otra beca competitiva a la Academia de España en Roma. «Entonces no había Erasmus y este sistema te permitía tener un tiempo de reflexionar y de trabajar de una forma muy intensa», apunta. En 2001 se doctoró en la Universidad Politécnica de Valencia. Dio clases en Barcelona y en Murcia antes de instalarse en Teruel en 2006 con la apertura del grado de Bellas Artes.

Durante todos esos años expuso -y sigue exponiendo- en varias ciudades a nivel individual como Madrid, Zaragoza o Cádiz. Hace poco expuso en Francia, en Zaragoza o en la UNED en Calatayud el año pasado, además de haber participado en varias muestras colectivas en países como Japón, Turquía, Italia, Argentina y Portugal. Con el paso de los años ha ido adquiriendo un bagaje amplio y sólido con trazos y figuras geométricas resultado de una mirada calmada. «El lugar donde naces te marca, a mí Alcañiz me marcó», dice.

«Activista» cultural en Alcañiz

Le marcó y le envolvió durante muchos años especialmente en la época de los 80 que recuerda como unos años «maravillosos». Cuenta Escuder que la actividad cultural en la ciudad era imparable con «músicos que iban a las exposiciones, los pintores a los conciertos…». Recuerda que fue en Alcañiz donde conoció a Pablo Serrano. «Teníamos a artistas como Enrique Trullenque, a políticos que arroparon ese movimiento como José Mª Pascual, y se hicieron muchas iniciativas porque había una sociedad que así lo quiso… ¿Por qué hay un archivo tan importante? Porque gente como Ignacio Micolau lo peleó mucho», añade. En esa época también se produjo el nacimiento de La COMARCA y Escuder formó parte de ese grupo impulsor. Fue propuesto para esta sección por Rubén Vidal quien guarda de Joaquín algún regalo en forma de lecturas sobre Arte. «¿Qué decir de su padre Darío? Es memoria viva de la historia de la ciudad», apunta.

Escuder insta a recoger ese legado y convertirlo en autoestima. «Tomar fuerzas de ese pasado para proyectar el futuro», concluye.

La ultima actualización de esta noticia fue 19 Jul 2021 10:13