Rubén Planas, un diseñador gráfico al servicio del medio rural

EncontrARTE. INCLUYE VÍDEO. Este joven con raíces en Cantavieja no dudó en instalarse en el medio rural cuando le surgió la mínima opción de trabajo. 'Ibierno' es su proyecto más personal y un homenaje a los pueblos

Que una imagen vale más que mil palabras queda patente en las páginas de «Ibierno», una publicación que salió de la cabeza, las manos y el corazón de Rubén Planas Julián (Vinaròs, 1995). Fue su Trabajo Fin de Grado y recoge el pasado, presente y deseos de futuro de La Hoz de la Vieja. El estallido de la pandemia no permitió avanzar más allá del primer ejemplar pero las ganas de reanudar están intactas.

Su minuciosa dedicación fue reconocida con los premios de mayor prestigio que se entregan en el ámbito del Diseño Gráfico a nivel académico. Recibió el LAUS de la Asociación de Directores de Arte y Diseñadores Gráficos, el GAUDEAMUS de la Escuela de Diseñadores de Cataluña, fue premio ACENTO G de la revista GRAFFICA y entró en la selección de los premios nacionales e internacionales ANUARIA y CLAP.

Estudió la carrera de Diseño Gráfico en Barcelona y cuando recibió una oferta de trabajo en Morella, regresó. Trabaja en Arc Estudi junto a la ilustradora Eli Marín de Mirambel, quien le propuso para EncontrARTE. «La gente no se cree que haya un estudio así en un pueblo de 2.000 habitantes y que cuatro personas vivamos del diseño. Pero es que con la tecnología no hay barreras para trabajar desde donde sea si la conexión es buena», sonríe.

Regresó por varios motivos: porque quería estar cerca de su familia, porque se ofrecía un trabajo de su sector pero sobre todo, porque «soy más de montaña que las cabras», añade. Se instaló en Morella, pueblo en el que trabaja y donde tiene «a mano» los dos pueblos familiares. Por un lado, la pequeña localidad castellonense de Castellfort, y por otro, Cantavieja, de donde desciende por parte materna y donde se instala cada fin de semana, vacaciones y festivos. «He ido desde pequeño y sigo yendo porque tengo casa, cuadrilla y familia. De hecho, mis tíos tienen una panadería artesana», apunta y a sus 26 años reconoce que sus planes de futuro están ahí tanto si trabaja en diseño como si no.

«Siempre he sido creativo pero lo mío no era pintar o hacer otras disciplinas artísticas y por eso dejé el Bachillerato de Artes. Encontré el camino a base de ciclos formativos que completé con la carrera de Diseño Gráfico», comenta. Ahora regresa al lugar donde los cursó en Amposta para impartir él unos talleres de collage. «Me gusta el trato con la gente y esta es una manera de seguir aprendiendo yo también», añade.

«Me encantan los pueblos»

Su querencia por los pueblos le llevó a elegir el medio rural como tema de su trabajo final para la carrera. «Me decanté por hacer una revista porque quería algo impreso. Todo lo oriento a lo manual y más ahora que se está perdiendo», explica. El objetivo de la revista era hacer algo que «recogiera y dignificara» la situación de pueblos que están en riesgo por la despoblación con el fin de que «no se perdiera su memoria». Eligió La Hoz de la Vieja porque era una zona con la que no tenía relación y evitaba así «dar cosas por sentadas». Pero lo que le acabó de convencer es que fue el pueblo de Cuencas Mineras que con menos de cien habitantes en un año registró dos nacimientos.

Se encontró con las puertas abiertas en La Hoz, donde recopiló y plasmó de la manera más visual posible numerosos testimonios, entrevistas, datos demográficos e históricos, además de una buena selección de fotografías. Editó el número 1 de «Ibierno» y lo presentó en La Hoz en un acto en el que invitó a los vecinos a escribir sus impresiones sobre el futuro. «Los jóvenes apostaron por ello y yo también lo creo, solo por su ubicación a una hora de Zaragoza, Alcañiz o Teruel, ya tiene futuro», dice optimista. Aquello sucedió en 2019 y unos meses después, todo se paralizó. «Este proyecto nació como algo más allá de una revista y de un pueblo, me encantaría poder hacerlo con toda la comarca y que cada localidad tenga su publicación con su memoria».

Sus trabajos están en su Instagram. «No me ha dado tiempo a mucho más», dice divertido aludiendo a su «corta carrera». También aparecen varias conservas, otra muestra de que todas sus creaciones las orienta hacia lo tangible. Es en los parajes de Cantavieja de donde consigue robellones o moras. «Además del etiquetado, yo me hago las mermeladas aunque mis amigos no se lo crean», ríe. «Ya ves que no me aburro, el Maestrazgo me da todo lo que necesito», concluye.

La ultima actualización de esta noticia fue 10 Ene 2022 08:52

Ver comentarios (2)

  • ¡ Qué bien se explica Rubén! Que proyecto tan bonito, mucha suerte.

  • Ruben, si en los pueblos pequeños apoyaran la energía por biomasa, calderas de pellets y otras.... tendrían los bosques limpios y sin incendios o pequeños incendios controlables ya que la bioenergía va ligada a la Sewlvicultura y no pasaria lo que pasó hace años en la pista forestal entre Cantavieja y Mosqueruela. Yo no se cómo acabó aquello, no se si fué un tornado o qué. Un veí de Sant Mateu.