El anfiteatro Pui Pinos, un oasis cultural en Alcañiz para todo el territorio

En 2022 se cumplirán dos décadas de la primera representación del Festival de los Castillos en el anfiteatro, que ha sido el espacio que ha salvado los actos culturales y de festejos en pandemia

El anfiteatro Pui Pinos ha sido y sigue siendo la gran salvación de la vida social de Alcañiz desde que estalló la pandemia. Destinado a la Cultura, durante este último año y medio ha acogido desde conciertos hasta teatro pasando por finales de curso de algunas escuelas de la ciudad, cine de verano o la presentación de la comparsa de cabezudos a comienzos de mes.

Este último año, la actividad ha sido frenética en Pui Pinos y en cada acto todavía se escuchan entre el público las exclamaciones de admiración hacia el espacio. Fue concebido a primeros de los años 2000 pero ya se pensaba en él desde mediados de la década de los 90 del pasado siglo. Su construcción se planteó seriamente en el Ayuntamiento que gobernaba José María Pascual cuando el Gobierno de Aragón puso en marcha los Festivales de Verano -lo que daría pie al conocido Festival del Castillo- una cita en la que Alcañiz no estaba incluida en un primer momento. Sí lo estaban Aínsa, Calatayud o Albarracín y Alcañiz encontró su espacio con la caída de algunas de estas ciudades del calendario por distintas cuestiones.

Trabajos de construcción del anfiteatro Pui Pinos a comienzos de los 2000 en las que se ve el graderío y el escenario. / Archivo La COMARCA

Las primeras funciones del Festival se llevaron cabo en un escenario -con camerinos incluidos- que se habilitaban de forma provisional junto a una de las murallas y que ahora es zona de aparcamiento. Las producciones que se llevaban a Alcañiz eran de primer nivel y gozaban de una gran aceptación por parte del público tanto de la ciudad como de comarcas aledañas que siguieron fieles a la cita. Esto, unido a la buena relación entre Consistorio, Gobierno de Aragón y Paradores, llevaron a plantear la construcción de un anfiteatro permanente en una de las laderas de Pui Pinos guardando más distancia con el Castillo Calatravo sin perderlo de vista. «Había que hacer convivencia entre las celebraciones del Parador y las representaciones. Se trataba de respetar el horario de las funciones pero en alguna ocasión se dieron situaciones un tanto pintorescas», dice Ignacio Micolau.

Al final de la obra «Master Class» sobre María Callas, en el monólogo de Nuria Espert, saltó «Paquito el Chocolatero» de una boda. «Es tan profesional que ni se inmutó pero urgía buscar una solución de convivencia», ríe. Micolau, que durante más de 40 años fue técnico de Cultura de Alcañiz, recuerda a la perfección cómo se fraguó el anfiteatro. Cabe recordar, que sobre su escenario él mismo recibió un reconocimiento a su labor en los Premios de la Música Aragonesa celebrados en junio de 2021. De hecho, define esta construcción como uno de los grandes hitos de la ciudad. «Se hizo un gran trabajo que es necesario conservar, y además, se integró muy bien en el entorno natural y por eso tiene esos revestimientos en madera», apunta. Comenzó a construirse en el año 2000 con Carlos Abril como alcalde y Miguel Navarro como concejal de obras y supuso una inversión de 726.500 aportada al 50% entre DGA y Ayuntamiento mediante convenios.

Sobre los depósitos de agua

El graderío del anfiteatro se erige sobre un terraplén en el que no siempre ha habido árboles. Para el escenario se aprovechó la infraestructura que ya existía de un depósito de agua de la ciudad. Son dos y datan de 1927, en el otro se ubicó la Sala de Exposiciones en la Glorieta de Valencia y todos los años en fiestas acoge una muestra -la de este año se celebra en Atrium-. En Pui Pinos se aprovechó como escenario y es sobre el que se levanta la caja escénica. El agua se estancaba en los actuales camerinos en los que se han cambiado desde La Fura dels Baus hasta Zahara este mismo final de verano o los cabezudos de la comparsa. Para la construcción del anfiteatro, que duró dos años, se contó en buena medida con empresas de la zona.

Obras a comienzos de los 2000 de la caja del escenario que se levantó sobre uno de los depósitos de la ciudad de 1927 y permite representaciones de gran envergadura. / Archivo La COMARCA

Ya fue el 13 de julio de 2002 cuando se trasladó a Pui Pinos la sede fija del Festival Internacional del Castillo de Alcañiz, por lo que el próximo año será su vigésimo aniversario. «El perro del Hortelano» de Vania Productions y Focus dirigida por Magüi Mira fue la primera obra que se disfrutó en un recinto que es peculiar en Aragón y único en la provincia. Su escenario admite obras de gran formato y cuenta con 826 asientos fijos y la opción de añadir 100 móviles, algo que sucedió hace años en Els Joglars o Víctor Manuel.

Un oasis en pandemia

El anfiteatro ha resultado clave desde que estalló la pandemia y abrió el abanico de usos de Cultura también a Festejos el año pasado. Los conciertos de Guitarricadelafuente, Mikel Erentxun y el show de Los Titiriteros de Binéfar permitieron tomar oxígeno en unos meses complejos. «Ha sido clave porque si no, hubiéramos tenido que ingeniar un espacio para poder realizar eventos que eran los únicos permitidos. Pui Pinos nos garantiza cumplir con todas las normas sanitarias», dice la actual concejal de Festejos, Irene Quintana.

Además, entre Cultura y Festejos se han invertido más de 10.000 euros en mejoras y conservación. Se ha allanado el sendero y sustituido la cartelería, se ha colocado una escalera nueva de acceso al escenario, se han pintado interiores, sustituido armarios, trabajado sobre las placas del escenario para reparar o sustituir, se ha intervenido en el techo, así como en la parte de sonido donde la mesa y el toldo son nuevos. «También se han reparado cortinas… Muchas cosas que no se ven pero son importantes y quedan más por hacer. Teníamos dinero de Festejos y junto a Cultura pensamos que era el mejor sitio donde invertir», concluye.

La ultima actualización de esta noticia fue 15 Sep 2021 12:42