6 miradores astronómicos para contemplar el cielo turolense

De los cielos de la provincia de Teruel se habla mucho y en ellos se fijan cada vez más los amantes de la fotografía. La escasa contaminación lumínica en este medio rural hace que las estrellas asomen cada noche. No hay muchos lugares del hemisferio norte donde se puede ver la Vía Láctea con tanta claridad y definición como en el Bajo Aragón.

La Red de Miradores Astronómicos instalada en seis lugares privilegiados de la comarca permitirá tanto a los turistas – como a los propios bajoaragoneses – conocer mejor el territorio y su unión con el firmamento. Entenderlo ha sido fundamental para el desarrollo de todas las civilizaciones humanas, también para las que han poblado el Bajo Aragón.

Cada mirador está relacionado con algún cuerpo celeste que le otorga el nombre. En las inmediaciones del túnel del equinoccio de la Vía Verde de Valdealgorfa se puede encontrar el panel Sol; y los otros cinco en las ermitas San Juan de Alcorisa (panel Luna); Santa Bárbara de Los Olmos (panel Osa); Santa Flora de Mas de las Matas (panel Vía Láctea); Santa Bárbara de Aguaviva (panel Cisne) y el Calvario de La Mata de los Olmos (panel Osa Mayor).

La Asociación Turismo Bajo Aragón junto al Parque Cultural del Maestrazgo – en colaboración con Omezyma – han sido los responsables de colocar la cartelería para identificar estos seis espacios con el objetivo de convertir el territorio en destino de turismo Starlight. Esta Red de Miradores está abierta a todos los públicos ya que los emplazamientos se han elegido para que no se encuentren muy aislados y resulten fácilmente accesibles, siendo explanadas o zonas llanas por las que caminar seguro.

¡Disfruta del cielo turolense con unos prismáticos o a simple vista!

En Valdealgorfa, el Sol protagoniza el panel astronómico como no podía ser menos dada la presencia del túnel de Equinoccio en este municipio. Al amanecer los días próximos a los equinoccios de primavera y otoño, el Sol se alinea con la trayectoria del túnel y sus rayos atraviesan completamente sus 2.136 metros de Este a Oeste, iluminándolo por completo.

¿Se premeditó este fenómeno? El túnel se construyó entre 1923 y 1942, pero no se conoce con certeza la respuesta a esta pregunta. De cualquier forma, las construcciones humanas a lo largo de la Historia se relacionan con nuestra estrella, desde Stonehenge a los actuales edificios, o relojes de Sol, como el ubicado en la Balsa de los Balcones y que aprovecha una antigua piedra de moler la oliva. Casualidad o no, disfrutar de este raro fenómeno es realmente emocionante. Y en cualquier otra época del año puedes disfrutar de los inolvidables amaneceres y atardeceres desde este lugar.

Otra anécdota astronómica es que el término municipal de Valdealgorfa está atravesado por el meridiano de Greenwich, trazado tomando como punto de referencia un antiguo observatorio astronómico. En concreto, en el kilómetro 756 de la N420 existe un panel informativo con información sobre este aspecto.

Alcorisa está conectada a uno de los elementos culturales más importantes de la comarca del Bajo Aragón como es la Semana Santa, cuyas fechas están marcadas por el ciclo lunar.

La Semana Santa es un claro ejemplo de la importancia que la astronomía ha tenido y tiene en nuestra cultura. Desde el Concilio de Nicea (año 325) se decidió que la Pascua de Resurrección se celebrase el domingo después de la primera luna llena que siguiera al equinoccio de primavera, el 21 de marzo. Esta fase de la luna no siempre se da en la misma fecha, lo que provoca que la festividad cristiana también cambie de día en el calendario, desde finales de marzo a finales de abril.

Y es que, si hay una fiesta que protagoniza la vida del Bajo Aragón, esa es la Semana Santa, cuya Ruta del Tambor y el Bombo es Fiesta de Interés Turístico Internacional. Además, en diciembre de 2018 la UNESCO reconoció el toque de Tambor como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Alcorisa es uno de los nueve pueblos de la Ruta y justo en el punto donde está situado el cartel informativo se celebra el «Drama de la Cruz».

La pureza del cielo de esta comarca turolense permite ver con claridad los cuerpos celestes que forman parte de nuestra galaxia, la Vía Láctea, a la que se dedica el mirador de Mas de las Matas. Muy cerca se encuentra la galaxia espiral de Andrómeda, que se encuentra a dos millones y medio de años luz de nosotros. Aunque parezca increíble desde puntos del Bajo Aragón como este mirador se puede ver a simple vista ya que la observación astronómica es mucho más fácil desde núcleos pequeños.

El nombre de nuestra galaxia guarda una curiosa historia. Según la mitología griega a la que debemos la designación de muchas de las constelaciones actuales, el dios más poderoso, Zeus, tuvo un hijo con la mortal Alomena, el famoso Heracles o Hércules (para los romanos). El bebé recibió importantes dones de su padre, pero como su madre no era una diosa estaba condenado a morir. Por ello, su padre trazó un plan para que Hércules lograra la inmortalidad: debía mamar la leche de una diosa y pensó en su esposa Heram que también tenía un bebé al que estaba amamantando.

La diosa odiaba a Hércules, por lo que no accedería a amamantarlo y esta tenía que estar dormida mientras el niño mamaba, eso sí, conducido por el dios Hermes hasta la estancia donde soñaba la diosa. Pero justo antes de que Hércules probara la leche, ella se despertó y apartó bruscamente al bebé de su pecho, provocando con ello que su leche saliera como un río desparramado por la habitación. Un camino de leche… o Vía Láctea, ese camino de estrellas que relucen en las oscuras noches del Bajo Aragón. 

La constelación del Cisne, que solo puede verse en el hemisferio norte, es la que ocupa el espacio principal del panel astronómico en Aguaviva. El verano es la mejor estación para disfrutar de esta hermosa figura luminosa, ya que a media noche,  se coloca en el punto más elevado de la bóveda celeste. La elección se fundamenta en los observatorios de aves que existen en su entorno. El Bajo Aragón tiene importantes espacios protegidos por la riqueza de sus ecosistemas con diferentes figuras, principalmente LICs y ZEPAs, como las Saladas de Alcañiz y Calanda, la Sierra del Vizcuerno, Río Mezquín y Oscuros, Río Bergantes, Río Guadalope y Maestrazgo y diversos muladares.

El Cisne es una constelación fácilmente reconocible a simple vista porque sus estrellas principales parecen dibujar al ave volando en dirección Sur y en plena Vía Láctea. Su estrella Deneb, la de la cola, forma el conocido «triángulo de verano» junto con las brillantes estrellas Altair (en la constelación de Águila) y Vega (en la constelación de Lira). En el ojo del Cisne encontrarás a Albireo, una preciosa pareja de estrellas ubicadas a 385 años luz de la Tierra.

Con instrumentales como prismáticos o telescopio podemos descubrir interesantes objetos que nos fascinarán por su riqueza y diversidad, como la nebulosa de Norteamérica, la del Pelícano, la de la Mariposa y la del Velo.

La Mata de los Olmos dedica su mirador a la Osa Mayor, una constelación solo visible desde el hemisferio Norte que, al estar muy próxima a la Estrella Polar, se puede observar todo el año desde el Bajo Aragón. Eso sí, cambiando de posición según la Tierra rota sobre su eje.

Esa perpetua presencia ha propiciado que las distintas civilizaciones humanas le dediquen una atención especial, generando historias en las que su forma o sus estrellas han tenido un protagonismo destacado. En el folclore aragonés hay numerosos ejemplos de este legado, como la jota popular que dice: «Carrico de siete estrellas que andas por esos tejados, despierta a esa doncellica que tiene el sueño pesado».

Para la mitología clásica, la Osa Mayor era Calixto, una ninfa de Artemisa y que al igual que su diosa, debía permanecer virgen. Sin embargo, Zeus se encaprichó de ella y la sedujo dejándola embarazada. Al enterarse Artemisa, como castigo transformó en osa a Calixto para darle caza. Años más tarde, el cazador Arkas (el hijo de Zeus y Calixto) se encontró en el bosque con un oso al que se disponía a cazar, pero Zeus le advirtió de que ese oso era su madre. Entonces Zeus decidió colocar a la osa en el cielo para que no volviera a estar en peligro y, además, convirtió a su hijo Arkas en otra pequeña osa que colocó junto a su madre para toda la eternidad…

En el panel explicativo de Los Olmos aparece, precisamente, la Osa Menor o Arkas, el hijo de Zeus y la ninfa Calixto en la mitología clásica.  En el extremo de esta constelación –que es visible exclusivamente desde el hemisferio norte- se sitúa la Estrella Polar, cuya posición vista desde la Tierra casi coincide con el eje de rotación terrestre en dirección Norte. Esta coincidencia varía de forma cíclica por lo que no siempre esta estrella nos indicará el norte.

Podemos reconocer esta constelación por el pequeño carro que forman sus estrellas más visibles y que finaliza en la estrella Polar. Reconocer esta estrella era vital para nuestros antepasados, como recoge esta jota popular plasmada en el cancionero de la provincia de Teruel de Severiano Doporto escrito en el siglo XIX: «Eres estrella del Norte que a los marineros guía, desde que se hace de noche hasta que se hace de día».

Para profundizar en la astronomía


La Comarca de Cuencas Mineras tiene la doble certificación Startlight de Destino Turístico y de Reserva que supone, en la práctica, que esta zona cuenta con buenas condiciones para contemplar las estrellas. Además de la calidad de sus cielos, ser destino Starlight, para el que se pasa una auditoría, supone que dispones de infraestructuras adecuadas y ofrecer servicios turísticos, como alojamientos o medios de observación a disposición de los visitantes. También se valora la formación del personal encargado de la interpretación astronómica y la integración en la naturaleza nocturna. Tanto en Aliaga como Montalbán cuentan con un observatorio astronómico para aquellos que quieran profundizar más en la astrología.

En Estercuel (comarca de Andorra – Sierra de Arcos) existe otro lugar privilegiado donde realizar actividades de observación y disfrutar del firmamento: el Monasterio del Olivar. Dependiendo de la estación del año y de los elementos observables se puede hacer una observación y guía básica a simple vista, o un paseo más prolongado sin encender luces (hasta dos horas por caminos seguros). Con ayuda de un guía, aprenderás a distinguir las constelaciones principales y sus estrellas singulares. También se puede planificar una observación con telescopio e introducirse o perfeccionar la fotografía nocturna, especialmente de la Vía Láctea.