Es una de esas llamadas que esperas pero deseas que no se produzcan: «Se le ha realizado una PCR a un trabajador de la residencia al informar de que tiene algún síntoma compatible con coronavirus». Esto es el jueves. El viernes tengo dos conversaciones con la directora de la residencia y aún no sabemos resultados. En la tercera llamada no hace falta que diga el motivo ni el resultado. El tono de su voz al decirme «Antonio» lo dice todo. Y es a partir de ahí cuando entran todos los temores y, al mismo tiempo, se dejan de lado para activar todo un protocolo que no por conocerlo ya deja de sorprender. Se solapan unas llamadas con otras. Realizas y recibes. Y tan apenas un par de horas después, las autoridades sanitarias han organizado un amplio operativo para tomar muestras a todo el personal (propio y externo) que trabaja en la residencia y, por supuesto, a todos los residentes. A las doce de la noche, ya se han tomado prácticamente todas las muestras.

Ahora comienza la espera de los resultados. Tensa y larga espera. Deseas que todo salga bien. Piensas que puede pasar de todo. Recuerdas todo el trabajo que ha realizado la gente de la residencia, el centro de salud (al que quiero trasladar mi reconocimiento más sincero) y los profesionales sanitarios que intervienen en este caso. Repasas todas las medidas que se han tomado. Las que son obligatorias, las recomendables e incluso las que a propuesta del centro de salud (de nuevo, qué suerte tenemos) implementamos en la residencia como el correcto uso, manejo, colocación y retirada de los EPI. Temo que este gran trabajo pueda verse empañado por algo que no es para nada achacable a ninguno de ell@s. Qué injusto.

Quiero resaltar la labor que realizan todos y cada uno de los trabajadores de la residencia. Dejando al lado sus temores para enfrentarse día a día y cara a cara con este «bicho». Eso sí, siempre con su sonrisa en el trato a nuestros residentes. También quiero agradecer el tono con el que reciben la llamada que no queremos hacer los profesionales del centro de salud. Ese tono que tranquiliza y nos hace sentir que estamos en buenas manos.

De momento, la cosa va bien. Salen resultados negativos. Pero independientemente de ello, quiero agradecer tanto trabajo, tanto esfuerzo, tanta valentía, tanta profesionalidad…

Y también quiero decir que no nos queda otra que ponernos a la disposición de nuestros profesionales sanitarios. Seguir todas y cada una de sus indicaciones y recomendaciones. Es la forma de continuar aplaudiéndoles tal y como hicimos durante mucho tiempo a las 20.00 de la tarde. El mejor reconocimiento y homenaje que se les debe tanto a ellos como, en especial, a nuestros mayores y niños, que son los que menos entendieron que de un día para otro dejaran de visitarles familiares, que se quedaron encerrados sin poder salir y que, al fin y al cabo, son los más vulnerables ante el virus.

Salir de esto depende de cada uno de nosotros y nosotras. Y no podemos permitirnos que las acciones irresponsables manden al traste el trabajo, el esfuerzo, la lucha y el tesón de tantos y tantas profesionales.

Antonio Amador – Alcalde de Andorra