Homero cita en la Ilíada el mito de Pandora (nombre que en griego significa «llena de dones»), un regalo envenenado que Zeus hizo a los hombres. La bellísima Pandora se casa con el hermano de Prometeo y el jefe de los dioses como regalo de bodas le da un ánfora o tinaja sellada, con la orden de no abrirla jamás. Lo primero que hizo Pandora, tras la boda, fue destaparla. De ella salieron todos los males que afligen a los humanos, desde la guerra o la enfermedad a la locura, la pobreza y el crimen. En el fondo quedó la esperanza, el único bien que había en la tinaja. Fue la venganza de Zeus por el gesto de Prometeo de robar el fuego a los dioses para que los hombres dispusieran de calor y energía para prosperar. Es la metáfora mítica de la crisis climática. El hombre ha abierto ese «ánfora de Pandora» – a pesar de las advertencias de los científicos- a causa de su actividad contaminante, irracional y codiciosa en el planeta, un consumo sin límites y un insensato estilo de vida.
El IPCC, grupo intergubernamental de expertos en el cambio climático, ha dado a conocer sus conclusiones. «La ventana de oportunidad que la humanidad tiene para asegurarse un futuro habitable y sostenible para todos, se está cerrando». Los límites fijados por el acuerdo de Paris de 2015 no se han cumplido y nos acercamos al punto de no retorno. El decenio clave para evitar el desastre está acabando sin haber logrado implementar las medidas para evitar el calentamiento global. Este informe –el sexto- pide acciones profundas, rápidas y sostenidas, para reducir la emisión de gases de efecto invernadero. Y avisa que aunque lográramos hacerlo, la desaceleración perceptible del calentamiento global no sería inmediata y tardaría «dos décadas al menos». Lo impactante del aviso es que… en estos últimos meses, están creciendo las emisiones letales (un 1% en 2022).
¿Ceguera? ¿Ignorancia? ¿Estupidez? Todos somos, de alguna manera, responsables. El cambio climático es obra del ser humano. Las olas de calor, las sequías, las inundaciones y los ciclones, llevan el sello de nuestra especie. Entre 3.300 y 3.600 millones de personas viven en lugares cada vez más vulnerables al cambio climático. Conocemos las consecuencias: hambre, pandemias, migraciones, violencia política, falta de agua potable. Pensar en ello no lo resuelve, es cierto. Pero no pensar…lo agrava. Y no actuar, nos condena.
Alberto Díaz Rueda. LOGOI
Pascual F. dice
Pues aún quedan en el ánfora las bombas con las que Putin nos amenaza y las de respuesta. Mal asunto.
Me gustaría saber que piensan los que se pasan la vida revolviendo el ánfora.
profesor69 dice
Permítame discrepar, el cambio climático no es culpa del ser humano, desde que el planeta es planeta, existe cambio climático, siempre ha existido y siempre existirá, otra cosa distinta es que la humanidad, dado el volumen que representa dentro del planeta, contribuya a acelerar algunos procesos perniciosos e indeseables, pero que antes o después seguramente se producirían de igual modo.
Tampoco podemos culparnos ni siquiera de acelerar el proceso, puesto que la sobrepoblación humana conlleva este efecto, se ha conseguido mantener una población muy por encima de lo que pensábamos con los recursos disponibles, y ello ha sido gracias a la modificación de la naturaleza y a procesos productivos contaminantes, en el fondo debemos elegir, o contaminamos destrozamos machacamos y modificamos genéticamente la naturaleza, para poder seguir creciendo, o tendremos que emplear métodos de destrucción y muerte, hambrunas, enfermedades o guerras, violencia política o falta de agua potable, exactamente lo mismo que describe para el cambio climático.
BERNARDO FERNÁNDEZ dice
Completamente de acuerdo, lo que nos falta es memoria, reflexión colectiva y humildad. El planeta nos pondrá en nuestro sitio y lo hará sin compasión alguna, ni miles de bomberos apagarán los fuegos que arrasaran sin piedad nuestros modelos de vida depredadores, la fiesta se acaba y las puertas de emergencia no van a dar a basto para que salgamos todos.
Crítico dice
Es el precio que tenemos que pagar por el desarrollo. No cabe la menor duda de que todos somos responsables pero cuando lees que China ha dado licencia en 2022 para abrir 100 centrales térmicas, con las que pasará a tener 1200 centrales térmicas (según El Periódico de la Energía), me hace pensar que lo que hagamos en Europa no sirve para nada, que estamos haciendo el canelo mientras Asia siga a ese ritmo. Por no hablar de las nucleares que está construyendo. Mediten sobre ello.
Alex dice
Siempre nos hemos creído el ombligo del mundo y creemos que marcamos el ritmo, primero nos desarrollamos, luego avanzamos tecnológicamente, y ahora que disponemos de recursos y calidad de vida apostamos por ciertos aspectos más o menos ecológicos, pero el resto del planeta también tiene derecho a pasar por todas esas fases.