Si un cicloturista viajara por la vía verde actual, no solo por su recorrido, sino también en el tiempo pasado, podría percibir el origen y significado que tuvo este camino de hierro a lo largo de su historia.
Para empezar, podría sentir la visión y la ilusión de sus ideólogos e impulsores. Ellos intuyeron, que una línea de ferrocarril secundaria podría ser fundamental para el desarrollo del territorio circundante, tanto en lo económico como en la comunicación de sus gentes.
En esa visión, destacaron figuras como León Cappa y Béjar que, en su iniciativa, solicitó en el año 1863 la primera concesión de una línea de ferrocarril con un trazado que uniera la Val de Zafán con Vinaròs, que más tarde obtuvo una modificación hasta Sant Carles de la Ràpita. También hay que citar al alcañizano Padre Nicolás Sancho Moreno, ferviente defensor del ferrocarril y de su paso por Alcañiz. Otra figura destacable, fue el ingeniero padre del trazado Hermenegildo Gorría y Royan y el diputado Francisco de Paula Jiménez y Gil, como el responsable de la primera empresa concesionaria en el año 1882. Así, en el verano del año 1895, nuestro cicloturista ficticio sería testigo de la ilusión de las gentes del lugar por la inauguración del primer tramo de la línea, o sección en términos ferroviarios. De esta forma, La Puebla de Híjar y Alcañiz quedarían unidos por el vapor, y más tarde, en el siglo XX, por el diésel de los automotores, hasta el final de su existencia.
Después de estos años, nuestro viajero en el tiempo percibiría la decepción de las gentes del territorio, ya que los conflictos económicos con los accionistas extranjeros, y la baja rentabilidad de la misma, generaron tanto un paro en las circulaciones de los trenes como en la continuación de las obras pendientes. Sin embargo, el espíritu de superación de sus ciudadanos generaría la búsqueda de soluciones para un ferrocarril que parecía desaparecer en unos pocos años desde su inauguración. De nuevo, surgieron figuras destacables, como Carlos Emilio Montañés y Criquillión, y diferentes autoridades de los territorios que, unidos en asambleas, como las de Gandesa y Valderrobres, interpelaron al gobierno y a la monarquía de Alfonso XIII, para su reactivación. Sin embargo, hubo que esperar a la Guerra de España para que las vías y traviesas llegaran a territorio catalán, concretamente hasta el Pinell del Brai. Es en ese momento cuando nuestro cicloturista podría contemplar escenas de violencia y sufrimiento. En el primer caso, en la batalla del Ebro, que la transformó en un escenario de transporte de material bélico y violencia, y en cuanto al sufrimiento, fue el de los presos republicanos, condenados a trabajos forzados picando piedra para el balasto que debía sustentar los raíles.
Acabada la contienda, se produjo la definitiva prolongación hasta Tortosa, con su inauguración y acto de propaganda del gobierno franquista en el año 1941. En la posguerra inmediata, volvió la violencia; maquis y guerrilleros rondaron por la línea realizando actos de sabotaje. Nuestro viajero pensaría ¿Cuándo acabará esta violencia? ¿Cuándo será una simple línea de ferrocarril y nada más?
Fue a partir de los años 50 del siglo pasado, cuando llegó la paz y los ciudadanos fueron los protagonistas. El cicloturista contemplaría los viajes de los vecinos entre pueblos, esperando estoicamente en sus estaciones, para ir a Tortosa en poco más de 4 h sin no se presentaban incidentes. Visitas a familiares, compras y el acceso a los recursos sanitarios, serían los principales motivos.
Jamás llegó a su destino final en Sant Carles de la Ràpita, y el auge del transporte en carretera junto con los informes del Banco Mundial que proponían cerrar líneas ineficientes, empezaron a escribir el epitafio del ferrocarril de Val de Zafán. Al final, nuestro cicloturista se encontraría con uno de los túneles hundido por un fatal desprendimiento. Concretamente el número 28, entre Prat del Compte y el Pinell del Brai, en tierras catalanas.
-Si usted quiere, deje aquí la «bici» y coja el autobús- le diría un vecino que pasaba por allí.-
El túnel fue la excusa para que un 17 de septiembre del año 1973 se cerrara definitivamente. Así, después, de un letargo temporal de un cuarto de siglo largo, el viajero del tiempo llegaría a la vía verde actual, al presente, en un entorno natural donde aparentemente nada ocurre, pero, sin duda, él sabe que ha pasado de todo.
Juan Carlos Juárez Giménez. Graduado en Humanidades. Doctor en Farmacia.