El mundo rural se ha convertido durante toda la pandemia en ese lugar idílico desde el que teletrabajar. La verdad que para mí, nacida y crecida en un pueblo, no hay mejor lugar desde el que trabajar. Todo son ventajas y una ganancia incomparable en calidad de vida. Varios pueblos del Bajo Aragón Histórico han crecido de población gracias a esta posibilidad que se ha puesto en funcionamiento en tiempos de coronavirus. Pero todavía hay mucho trabajo por hacer en materia de telecomunicaciones en nuestro territorio.

Sobre todo en algunas poblaciones pequeñas, donde hay tareas que se convierten en misión imposible. Más de un día yo misma he tenido que dejar subiendo archivos a Internet durante horas para que mis clientes pudieran ver algunas de sus fotografías. También hay que tener en cuenta esos cortes de telefonía qué son recurrentes cuando hay una tormenta de verano. Recuerdo un curso online una tarde estival en la que varios de las personas que estábamos conectadas nos perdimos buena parte de la clase por una de esas lluvias. Todos vivíamos en el medio rural. También me acuerdo de una vez que durante toda la mañana no hubo red telefónica y para hacer una llamada importante tuve que coger el coche y hacer 15 kilómetros para poder usar el teléfono. Y reconozco que vivo en uno de los pueblos privilegiados de la provincia. Aún queda trabajo por hacer.

Lucía Peralta. Zorros y gazapos