Querido Mundo Rural: Hace algo más de diez años, mi abuelo estaba muy malito, y durante unos meses, iba y venía todos los días con una ambulancia desde mi pueblo hasta Zaragoza. Yo en aquel momento no sabía por qué se embarcaba en aquella aventura que yo, con mis ojos inocentes de niña, creía que iba al hospital por pura diversión. Sin embargo, de aquellas peripecias por la capital no volvía con su habitual sonrisa, ni su sentido del humor ni las ganas insuperables de jugar. Llegaba cansado, sin aliento y sin energía. Era como si alguien o algo hubiese absorbido su alma. Yo no lo veía porque era muy pequeña y todavía no sabía cuál era el significado de la palabra «cáncer», pero cuando fui lo suficientemente mayor, me contaron cual era el campo de batalla en el que había luchado mi abuelo. Una batalla de la que, en su momento, salió vencedor.

Esta enfermedad sega miles de vidas cada año en todo el mundo y cada vez más, las cifras van en aumento. El Observatorio del Cáncer registró el año pasado en Aragón un total de 8.757 nuevos casos. Sin embargo, se estima que en 2030 se diagnosticarían 21,6 millones de personas con cáncer, de las cuales más de 330.000 se encontrarían en España. Una cifra totalmente alarmante que la Asociación Española Contra el Cáncer reveló con motivo del día Mundial contra esta enfermedad, que se celebró el pasado 4 de febrero. Una cita anual que en esta ocasión ha llegado en un momento de crispación y huelgas en el sector sanitario.

Estas protestas por los salarios, la demanda de recursos y la falta de personal no entiende de lugares, así que afecta tanto a zonas urbanas y rurales. En estas dos primeras semanas de huelga, el sector sanitario de Alcañiz ha sufrido una baja de más de 250 servicios de transporte programado. En circunstancias normales, en esta zona se realizan alrededor de 1.500 servicios temporales, sin embargo, con los paros se mantiene la actividad al 80%. De esta manera se atiende a servicios prioritarios como es el caso de tratamientos oncológicos. El mismo servicio que utilizó mi abuelo en su día.

Ahora mi abuelo ya no está, pero puede ser tu madre, tu padre, tu tío o tú mismo el que pueda necesitar cualquier tipo de servicio sanitario. Es por ello por lo que debemos cuidar este recurso público, mimarlo y otorgarle el valor que merece. Nuestros sanitarios están agotados. La pandemia hizo mella en ellos, terminó de envejecer a estos profesionales y se hizo más presente la falta de nuevos centros hospitalarios, más plantilla y mejores condiciones para descongestionar la atención primaria y especializada. Ni ellos ni el resto de la sociedad merecen que la sanidad se muera. Es por ello por lo que debemos luchar junto a ellos para que todos los abuelos del mundo puedan salir tan vencedores de los campos de batalla de las enfermedades como hizo el mío. Solo te deseo, mi querido Mundo Rural, que luches con todas tus fuerzas.

Emma Falcón. Cartas al mundo rural