En unos días recorreré por última vez las curvas del puerto del Querol. Trazado que ha marcado como pocos la vida de tantos y tantos bajoaragoneses que estamos ligados para siempre, de una u otra manera, al territorio con el que nos conecta tan sinuoso camino. La primera vez que tengo un recuerdo de dicha carretera, si me viene algo a la cabeza es, la impresión que causaba, parece que volabas sobre el cielo con esa sucesión de curvas de herradura, esos estrechamientos en los que te veías tan pequeño al lado de la multitud de camiones. Para muchas localidades ese trazado era algo más que el lugar donde se va de vacaciones, es la ruta fundamental de su engranaje económico, por donde pasó el carbón y ahora las arcillas en cantidades industriales.

Obra tan necesaria como difícil. La puerta de conexión entre en el norte de Castellón y la España interior, va de Vinaroz a Santander, ahí es nada. Todos los que la cogemos con frecuencia hemos estado, no pocas veces, retenidos por los largos atascos cada vez que había obras, y hemos soportado con paciencia, pues no es moco de pavo lo que allí se hacía, pero de verdad esperamos que suponga una importante mejora que sirva para agilizar viajes y vertebrar mejor los territorios.

No deja de ser verdad que el Bajo Aragón turolense y el Baix Maestrat castellonense son de un pájaro las dos alas. Esto se acentúa aún más si hablamos de Andorra y Vinaroz, todavía muchos recuerdan aquella playa acotada en el viejo paseo de Vinaroz para trabajadores de Endesa, que entonces tenía unos cuántos inmuebles en la localidad del afamado langostino, soy uno de esos andorranos que ha vivido en Vinaroz y éramos multitud. Solo en mi clase recuerdo que éramos tres, constituiamos entonces, la minoría más grande de entre los no autóctonos. El curso del camino se ha hecho en las dos direcciones, también hay muchos vinarocenses por Andorra o la zona. En síntesis, el vínculo económico y sentimental es indudable, alcorisanos, alcañizanos o calandinos son habituales copando las playas de Peñiscola u Oropesa y ese vínculo esperamos que se fortalezca más si cabe con la nueva infraestructura.

Pero todo lo dicho no debe restar un ápice a que al final lo más importante y que debería ser el epicentro de todo, es que Teruel se beneficie más de la mutua relación económica. Todos sabemos que por desequilibrios y por la pura lógica capitalista, Castellón y localidades como Villareal, son las principales beneficiaras en última instancia, de la riqueza que se genera a partir de nuestras materias primas. Allí se le da el valor añadido mediante la transformación del producto y a través de sus puertos llega desde los palcos de Old Trafford al medio oriente. Seguro que se puede hacer más, para que los beneficios económicos mutuos crezcan y la nueva carretera es clave, pero para eso a provincias como la nuestra, hay que dejar de verlas solamente como algo folclórico y donde pasar el fin de semana.

Víctor Puch. Sal en la herida