Las grandes ciudades están rodeadas de núcleos de población que tuvieron origen en pequeños pueblos que se han desarrollado, llegando a tener, en numero de habitantes, más que muchas ciudades con vieja historia pero nulo desarrollo.

Las razones por las que se ha llegado a esto son variadas pero sobre todo que el suelo, y con él las viviendas, son más baratas que en la gran ciudad, La existencia de esas ‘ciudades dormitorio’ tienen su origen en el crecimiento elefansíaco de aquellas grandes ciudades a cuyo alrededor están situadas. Le ocurre en Madrid con Alcobendas, Alcorcón, Móstoles y otras muchas. Se les llama ‘ciudades dormitorio’ porque en ellas pernoctan y viven la noche muchos de los que laboran en Madrid, que es el motor económico del esquema, y sin embargo, carecen de michos servicios.

Pues bien, pienso que con los pueblos de tamaño medio de toda España ocurre que acaban siendo lugares dónde nacen ciudadanos que luego desarrollan su vida laboral en cualquier otra ciudad española con vitalidad industrial y crecimiento, pero nunca en dónde vieron la luz. Ahora mismo tenemos una ministra en el Gobierno que es de La Zaida, población aragonesa, por tanto, no capitalina, pero para ella su pueblo no ha sido más que el paritorio (y, por supuesto, es posible, escenario sentimental de su infancia). Pero es posible que ni siquiera sea el verdadero lugar donde ha nacido, porque desde que se atiende a las embarazadas en una clínica, nadie ha nacido en dónde se dice que ha sido (allí dónde está empadronado el recién nacido). El hecho de ver la luz se desarrolla ahora en la clínica mas cercana correspondiente dentro del organigrama sanitario del ‘estado de bienestar’ en que deseamos vivir, por lo que para no dejar vacíos de nacimientos a los pueblos se inscriben como nacidos e el lugar dónde van a vivir.

En la anterior columna hablaba de como me había encontrado a un hijo de nonaspino (que se sentía en parte como tal), y hoy puedo añadir a la lista de aragoneses en Madrid a una chica que trabaja en una notaría de Madrid pero es (y va con frecuencia al pueblo pues allí tiene a su madre y familia) de Beceite, en el Matarraña. Por supuesto conoce este periódico y lo lee en su edición digital. Es otro ejemplo de cómo la llamada España vaciada es el paritorio de la España colmatada, llena. Esta chica, como el nonaspino, sienten como suyos los lugares dónde nacieron ellos o sus padres, pero hay otros que ya ven esos lugares como ajenos a ellos. Me sorprendió en su día que Vicente Aranda (el reconocido director de cine, considerado catalán, ya fallecido) me dijese en persona que a él Chiprana le decía muy poco, y no lo visitaba nunca, pese a ser el lugar dónde había nacido su padre. Estas cosas de la fidelidad al lugar se los ancenstro;, nostalgias aparte, ocurren en personas sensibles y comprometidas con su historia: pero hay otras que lo que buscan es llegar a lo mejor allí dónde se les dio cobijo y trabajo.

Este es un punto de partida para ver que se puede llegar a entender a los emigrantes que llegaron para trabajar, y no rechazarlos «por ser de fuera».

Ahora mismo está pintando mi casa un búlgaro de mas de 50 años que lleva ya 17 años en España. Es normal que. pese a su acento, que casi confundo con el de un gallego o portugués, se sienta español, y a la vez, añore su tierra. Buen verano, lectores.

Alejo Lorén. De cal y arena