Este próximo fin de semana se celebraría el XI Concurso de Violoncello «Jaime Dobato Benavente».

Me corresponde por derecho y me obliga en conciencia redactar este adiós. Seré breve, las despedidas han de serlo so pena de aburrir.

El Concurso de Violoncello «Jaime Dobato Benavente» no se celebrará más. Con este serán tres años sin comparecer. La pandemia, la adversidad que siempre fue vencida y el tiempo trabajando sin descanso, han podido con nuestras cada vez más mermadas fuerzas.

El duelo nos imprimió una fuerza que nunca he vuelto a reconocer, Jaime alentaba cada decisión, cada novedad, su presencia se materializaba en todo momento. Trece años después de su fallecimiento, el dolor no es ya una fuente inagotable de combustible, ahora es una fuente incesante de recuerdos desde la aflicción en que inevitablemente nos sume.

Han sido diez ediciones, todas ellas ilusionantes, como un espejismo que cada año se materializaba con nuevas y gratificantes experiencias, compartidas con las familias de los concursantes venidas de toda España.

Tres días de gran intensidad precedidos por otros muchos de laboriosa preparación con Paz Benavente apremiándonos siempre; Ana Dobato como eficaz secretaria; Nuria Gañet, nuestra mentora.

Los agradecimientos nominales serían interminables. Las colaboraciones altruistas innumerables. Los apoyos espontáneos incontables.

Agradecer especialmente a los casi trescientos socios de la Asociación Cultural Cabriante, que con su aportación económica hacían posible, año tras año, sobrellevar la financiación y que junto a la fuerza de su número nos alentaban a continuar.

Nuestro profundo agradecimiento a los jurados que generosamente vinieron a desarrollar su labor; a los pianistas, Pablo Lleida y Takahiro Mita, siempre dispuestos y abnegados.

Gracias destacadas, también, al Ayuntamiento de Alcañiz que colaboró durante las diez ediciones (2010-2019), con medios humanos, materiales y económicos.

Y por encima de todo, gracias a los concursantes y sus familias que desde la primera edición nunca faltaron a la cita, desplazándose desde los más lejanos orígenes. Con la ilusión en sus rostros, con la ansiedad, con la emoción, que tanto bien nos hacía y me hace mientras escribo estas líneas.

Todo o casi todo tiene un principio y un fin, este es el final de una experiencia de vida. Hemos visto lo peor en su origen pero en justa compensación hemos vivido y apreciado lo mejor de lo que es capaz el género humano.

La Asociación Cultural Cabriante sigue viva, otros proyectos bullen entre nosotros a la espera de mejores tiempos.

Gracias y hasta siempre.

Vicente Dobato. Presidente Asociación Cultural Cabriante. Correo del lector