Se acaban las vacaciones y pronto volveremos a la escuela. Desde mi situación actual, he de decir volverán. Si siempre es necesario subrayar la importancia de la educación, la próxima vuelta a la escuela nos da la oportunidad de recordar esta afirmación básica.

Me gustaría rescatar algunas ideas vertidas en una de las ediciones de las Jornadas Aragonesas de Educación para la Paz, organizadas por la Fundación SIP (Seminario de Investigación para la Paz). La profesora Graciela Hernández hablaba de cómo siendo seres sociales nos construimos a través de las relaciones con los demás, y defendía el enfoque de «educar en relación», que ella consideraba es también una vía para prevenir la violencia. Recupero y gloso algunas de sus propuestas. Es importante crear en la escuela una atmósfera de respeto en la que sea posible reconocer y dar valor a la singularidad de cada chico y de cada chica; que permita sentir, pensar, preguntarse o desear cosas no reconocidas, incluso no codificadas; que permita romper con estereotipos nocivos, en los que anidan raíces de violencia, ayudar a que los chicos cojan confianza para dar significados nuevos y más humanos a su masculinidad y las chicas reafirmen capacidades negadas.

Es crucial educar para la gestión del conflicto, aclarando, eso sí, que no es lo mismo conflicto que violencia. Los conflictos son inevitables, la violencia, utilizada a menudo para abordarlos, se puede y se debe evitar. Practicar la escucha activa como asignatura, desplegando la atención precisa para entender lo que el otro o la otra quiere decir, y tener presente que la oportunidad de hablar no garantiza la escucha.

Sobre todo, no dejemos a la escuela sola. Dice el proverbio africano divulgado por José Antonio Marina que «para educar a un niño -o una niña- se necesita toda la tribu». Así es: los medios de comunicación, las redes sociales, los adultos con su decir y sobre todo con su hacer, la sociedad entera… Todo educa. O deseduca.

En un mundo lleno de estímulos, reales y virtuales, la escuela sigue ahí. La escuela importa. Y necesita el apoyo social. Apoyemos a las maestras y maestros, al profesorado de todo nivel, otorgándoles los medios y la dignidad que merecen como figuras de referencia educativa. Pueden equivocarse como humanos que son, pero no es quitándoles autoridad como favorecemos la educación de nuestros hijos. La protección excesiva no es el mejor pasaporte para la vida.