Abierto ya el plazo de inscripciones en los centros de Educación Infantil de 0 a 3 años, como cada año, muchas familias nos preguntamos qué debemos hacer. Se nos plantea la misma duda que les ha surgido a todas las mujeres cuando tienen hijos o hijas y deben decidir sobre su futuro laboral y familiar, pues no siempre es posible la conciliación. Es aquí cuando, como madres, surge la incertidumbre de si debemos priorizar nuestra vida familiar ante la laboral.

Ésta debería ser una decisión familiar, no obstante, como muchas otras decisiones importantes, recae sobre la mujer el cuidado de menores y, por tanto, la elección sobre si es preferible que abandone durante un tiempo su carrera profesional o se reincorpore a su puesto de trabajo. En estas ocasiones yo me pregunto ¿por qué los hombres no se plantean quedarse en casa para el cuidado de sus hijos e hijas? Parece que la culpabilidad o, mejor dicho, el «sentimiento de mala madre» sólo ronda en los pensamientos de las mujeres. Y es que la cifra es abrumadora: en 2021, según los datos del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, el 85,3% de las excedencias en el trabajo para el cuidado de hijos fueron solicitadas por mujeres.

Ante esta situación generalizada de desventaja para las mujeres, no es de extrañar que se den repercusiones futuras como que ascienden a nuestros compañeros porque quizá nosotras nos planteemos cogernos una excedencia, son menos las mujeres que ocupan altos cargos en empresas, e incluso, nuestras pensiones se ven mermadas. Por suerte, desde hace unos años, muchas instituciones empezaron a aplicar medidas para ayudarnos a que a la hora de tomar esa elección lo tengamos más fácil.

A nivel estatal, se nos plantean una serie de ventajas como el ingreso anual de 1.200 euros por ser madre trabajadora con hijos o hijas menores de 3 años, o la deducción por tener inscrito al menor en un centro homologado de Educación Infantil, el cual asciende hasta 1.000 euros anuales. Con ello, se nos bonifica fiscalmente el incorporarnos al mercado laboral una vez finalizado el permiso por maternidad y, a su vez, el coste de las Escuelas infantiles resulta desgravable hasta el 100%.

Si nos centramos en nuestra Comunidad Autónoma, Aragón, fue el Gobierno de Javier Lambán el que implementó que el coste de la maestra y técnicos de Educación Infantil fuera asumido por esta misma institución. Esta medida supuso que el mayor coste que tenían que asumir los Ayuntamientos recayese sobre la Consejería de Educación, y es por ello por lo que cada vez más pueblos deciden dotar de este servicio a sus vecinos, abriendo nuevas Escuelas Infantiles en el medio rural turolense.

Por último, nos sumamos desde la Diputación provincial de Teruel creando una nueva línea de subvenciones desde el año 2020 destinada a rehabilitar las infraestructuras de las Escuelas Infantiles municipales. Viendo el gran avance que la educación infantil de primer ciclo está protagonizando, creímos necesario cubrir el único coste que no se venía asumiendo por parte de otras administraciones: el mantenimiento y mejora de las instalaciones. Tenemos un firme compromiso con la educación y la igualdad de género, y qué mejor forma que apostar porque los niños y niñas, independientemente del nivel socioeconómico de sus familias, puedan inscribirse en un sistema educativo público desde la primera etapa.

Por todo ello, como política, madre y maestra de educación infantil, me reafirmo al pensar que toméis la decisión que toméis como madres, la sociedad no debe juzgaros. Eso sí, también tengo claro que la política debe servir para mejorar la calidad de vida de las personas y esto pasa por erradicar las desigualdades existentes entre hombres y mujeres y apostar porque, en este caso, nosotras tengamos la posibilidad de elegir sobre nuestra conciliación. Nos quedan muchas barreras que derribar pero, ahora sí, las instituciones públicas nos ponen más fácil el poder ser, si queremos, madres y trabajadoras al mismo tiempo.

Susana Traver. Diputada delegada de Educación – PSOE