Estamos viviendo momentos desconcertantes, pero solo es un remake de un momento que ya se vivió en la década de 1970.

Si bien las noticias se han centrado en que la caída de Liz Truss ha sido favorecida por la bajada de los impuestos, la realidad no es así del todo y quiero en este artículo dejarlo claro. En sus cuentas ella tenía previsto bajar los impuestos 1 /3, pero eso iba acompañado de otra medida, que se ha omitido y era el incremento de 2/3 en gasto público y eso fue decisivo para su caída. Si se reducen los ingresos es necesario reducir los gastos, «controlar» los gastos, eufemismo político.

Porque digo que esto ya se repitió, ahora lo detallo y con ello solo espero que el que lo lea saque sus conclusiones, ya se sabe que yo soy un «ignorante» con pretensiones de conocimiento.

En la década de 1970 la OPED redujo la producción de crudo y ya fue el mismo Nixon, Estados Unidos, que planteo el control de precios para reducir la inflación. Una medida transitoria de tres meses que duró tres años y cuando se levantó se produjo una verdadera debacle económica. La famosa Crisis Mundial de 1973.

En el año 1973 y 1974 la electricidad y el gas natural estaba por las nubes y el Primer Ministro de ese momento, el conservador Edward Heart, lo mismo que ahora, «casualidad», realizo cortes de luz a excepción de los servicios esenciales como los hospitales y centros similares y llego a afectar hasta la misma televisión. En este momento es lo que se plantea la UE.

Eso produjo revueltas y en el resto de Europa, Francia, Italia y hasta Alemania no era menos. Esa respuesta provocó un choque inflacionario que provoco que los Bancos Centrales subieran sin control los tipos y los intereses y se generó un cierre global de la economía conocido por estanflación. Por cierto, lo mismo que tenemos.

Los bancos buscaban comprar oro hasta alcanzar entre un 4 y un 6 % del PIB, frente a terceras potencias en ese caso era Rusia. La era Brézhnev, que controlaba parte del Tercer Mundo en un estado del terror y con hambrunas provocadas.

Ahora los bancos quieren comprar oro hasta alcanzar un 4 % de su PIB para hacer frente a China.
Guerra, por supuesto, no podía faltar, estaba el conflicto de Camboya que comenzó con las «operaciones tácticas», invasión por el general Abrams en la época Nixon. Un conflicto que se ha alargado hasta 1991, 24 años.

Ahora estamos viendo un remake similar, pero con diferentes actores, Rusia ha sido sustituido por China, Estados Unidos por Rusia y Europa mantiene su protagonismo como actor secundario principal, víctima iracunda de las iras.

Para concluir esta columna dejo unas preguntas para que se las respondan aquellos que la lean.
¿Cuánto va a durar el conflicto de Ucrania?, si ante mismo problema, mismas soluciones, ¿qué resultado se espera?; ¿Son novedosas las medidas tomadas?

Aquí lo dejo y porque no reflexionemos sobre la situación y especialmente por aquellos que se erigen de representantes y su capacidad.

Me exacerba la falta de originalidad de los guionistas de un remake que los espectadores, los ciudadanos, no queremos volver a ver.

Me despido con una frase en latín en honor a la historia y a la columna:

Haec missione stercore et victos semper ídem est ( «Este panorama es una farsa y los perdedores somos los mismos»).

José Luis Ortiz. El rincón de la esperanza