En esta semana, queridos e incrédulos lectores que asistimos horrorizados a esta devastadora guerra que asola parte de nuestra tierra europea, quiero llamaros la atención sobre un libro cálido y sorprendentemen divertido del mejor novelista vivo de Ucrania: ANDRÉI KURKOV, autor de diecinueve novelas, traducido ya a cuarenta y dos idiomas y acreedor de numerosos e importantes premios, entre ellos el Gógol (el gran clásico ucraniano a quien tanto se parece). Este escritor, que nos recuerda también a Kafka o a Vonnegut o a Bulgákov, ha sido considerado por la revista francesa «Lire» como uno de los cincuenta mejores escritores del mundo.
En este su última novela: «ABEJAS GRISES», asistimos a lo que fue el inicio de la actual guerra: la disputa en 2014 de una franja de tierra entre las fuerzas ucranianas y los separatistas prorrusos. En esa franja, en esa «tierra de nadie» existe un pueblo de apenas tres calles y solo dos residentes (pues el resto ha huido del conflicto): Serguéi Sergueich, inspector de seguridad retirado convertido en apicultor, y Pashka Jmelenko, excompañero de colegio y enemigo desde su infancia; y que, además, tienen ideas opuestas. Cada uno de los hombres sigue con su vida a su manera, pero es inevitable que tengan contacto y la relación entre ambos evoluciona de manera magistral a lo largo de la novela.
Sin electricidad, con poca comida y bajo la constante amenaza de los bombardeos, el único placer que le queda a Serguéi son sus abejas, en verdad su única familia, aletargadas ahora por el invierno. Con la llegada de la primavera, tendrá que alejarlas de la «zona gris» para que vuelen y puedan recolectar su polen en paz, una misión que lo llevará a conocer a combatientes y civiles de ambos lados de la línea de batalla. Con un ritmo pausado y situaciones que rozan el absurdo, Serguéi va conociendo las posturas oficiales de uno y otro bando, que son en su mayoría realmente ridículas, pero no por ello menos aterradoras. Se topa con el racismo, la intolerancia y situaciones deprimentes y desalentadoras, si bien no perderá nunca ese toque de esperanza que le caracteriza. Su bondad y su impecable brújula moral irán desarmando a todos los que se crucen en su camino, convirtiendo la salvación de sus abejas en una metáfora sobre la vida en tiempos de guerra.
Es KURKOV en estado puro, con un enorme talento de narrador que sabe emocionar, sorprender, divertir y situarse a la altura del ser humano: la mirada ingenua de Serguéi nos permite llegar al corazón de un país desconcertado por la crisis y la guerra, pero en el que todavía quedan trazos de bondad.
Pura delicia literaria y anhelante esperanza ante un mundo que nos agobia con su peso cargado de egoismo.
Miguel Ibáñez. Librería en Alcañiz