Artemisia Gentileschi, hija del pintor Orazio Gentileschi, compañero de Caravaggio, fue violada a los diecisiete años por su profesor de pintura Agostino Tassi, y humillada y torturada en un posterior juicio por estupro. El criminal fue condenado a un año de cárcel. Desde entonces su obra cambió radicalmente: más oscura y violenta, su pintura pareció centrarse en fantasías de venganza contra su violador (parece ser que, casi a la vez que comenzaba el juicio, Artemisia pintaba el óleo «Judith y Olofernes», y puede que la violencia nunca haya sido representada con la genialidad con al que esta Judith clava su espada en la garganta de Olofernes) Su venganza fue imponerse como artista: alcanzar la genialidad y la admiración en un mundo, el artístico, dominado exclusívamente por el hombre.
ANNA BANTI (1895-1985), uno de los mitos centrales de las letras italianas, había escrito una novela dedicada a su pasión: la pintora Artimisia; pero el bombardeo nazi de Florencia en agosto de 1944 destruyó aquel manuscrito. BANTI encontró en la gran pintora del Barroco, silenciada por una historia del arte eminentemente masculina, el símbolo universal de mujer luchadora y en incesante pugna por la reivindicación de su dignidad, y también una «compañera entre los escombros», una amiga imaginaria que compartía con ella la carga de una permanente desconfianza del entorno hacia sus cualidades. Así, poseída por la voz y la mirada de una mujer de hace más de trescientos años, BANTI volvió a poner en pie una nueva novela, poliédrica y poética, escrita en dos tiempos y, en cierto sentido, contra el curso del tiempo: «ARTEMISIA», la obra maestra de BANTI y una de las más grandes novelas de la literatura italiana del siglo XX.
Con una escritura sensorial y culta, la novela reconstruye la cotidianidad de una mujer que quiso ser tan libre como un hombre, y cómo consigue imponer su independencia a cambio de un permanente sufrimiento. Pero lejos de limitarse a la observación imparcial, la literatura de BANTI continúa allí donde la historia se detiene, como la pintura de la propia Artemisia, con una libertad pura surgida de unos tiempos miserables.
Todo ello para conseguir una obra de profunda sabiduría moral y estilística, una obra que es toda una lección de literatura y que, según Susan Sontag, «le asegura un puesto fijo en la literatura mundial».
Miguel Ibáñez. Librería en Alcañiz
Ibn Kotendí dice
Se echaban de menos artículos culturales como son estas estupendas reseñas literarias. Agradecido a su autor.