«Galicia está probe
a Habana me vou…
¡Adiós, adiós prendas
do meu corazón!»
Ya veis, pertinaces lectores, que sigo inmerso en la terra galega (tan extraña y hermosa), y en sus literatos, claro. Estos versos de Rosalía, con los que he comenzado, son el mejor inicio para el libro que esta semana os quiero recomendar (ella, que tanto sufría con el sufrimiento de sus gentes). El escueto título es: «AZUCRE», y su autora es BIBIANA CANDIA (1977): dos poemarios y un libro de relatos es el bagaje de sus publicaciones. Y «AZUCRE» es su primera incursión en la novela. Pero qué incursión tan memorable!, tanto que en pocos meses ha cosechado ya cinco ediciones. Y ello porque estamos ante una historia bien contada, aparentemente sencilla y de lenguaje rico y fluido, revelándonos a una escritora sin los titubeos ni las pretensiones de muchos debutantes; quizás porque CANDIA es ya una realidad.
Nos retrotraemos a la Galicia de 1853; cuando el invierno más lluvioso que se recuerda ha destrozado las cosechas y una epidemia de cólera empieza a hacer estragos entre la población. Orestes Veiga, José el Comido, Juan el Rañeta y muchos otros rapaces, anhelando un futuro mejor para ellos y sus familias, deciden abandonar sus hogares y partir rumbo a Cuba para ganarse la vida en las plantaciones de caña de azúcar, buscando unas condiciones laborales de las que carecen en su tierra. Pero ese viaje les tiene reservado un calvario que sus cándidas mentes jamás habrían sido capaces de imaginar.
Orestes y los demás rapaces no existieron, son personajes de ficción. Pero es precisamente esa no existencia histórica la que los convierte en sujetos trascendentes, prototípicos, que encarnan todos los reveses que acuciaron a unos 1.700 jóvenes emigrantes, cuyo romanticismo fue arrojado por la borda casi desde el mismo momento en que el barco zarpó.
Urbano Feijóo, también gallego, empresario y traficante de esclavos (quien sí que existió), aprovechando la situación de necesidad de sus compatriotas, esclavizó a los jóvenes haciéndoles trabajar en condiciones inhumanas. Buena parte de ellos falleció en sus campos y, cuando quiebra la empresa, fueron vendidos a otras quizás peores.
«AZUCRE» es, pues, un viaje al horror que bien hubiera podido firmar Conrad, pero, como dice Juan Tallón: «tan bien contado que no quieres abandonarlo». Estas páginas, estremecedoramente hermosas e hipnóticas, dan voz a los silenciados de este terrible suceso que, en su momento, constituyó un auténtico escándalo y que la memoria no puede olvidar.
Y aun así, este infierno novelado que deja sin respiración, de seguro que lo devoraréis de un solo bocado.
Miguel Ibáñez. Librería en Alcañiz