A las nueve de la noche los primeros faroles descienden de la ermita del Carmen. Sobre el silencio se rezan los misterios y una vez llegados al pueblo, la procesión recorre las calles donde los rosarieros y la banda ponen la nota musical. Las campanas de la iglesia anuncian su llegada y su interior celebra un final lleno de emociones y sensaciones. Una tradición única y digna de contemplar.