Próxima ya la festividad de Todos los Santos, que en el imaginario popular ha estado siempre relacionada con lo sobrenatural, bueno sería que me decidiera a recomendaros algún libro que leer, a la incierta luz de una vela, en esa noche inquietante y sagrada. Noche, como sabéis, repleta de apariciones, fantasmas, vampiros, alientos del inframundo, amantes que resucitan…
Y ante este deber, me he decidido por una novedad que ha sacado la editorial Siruela que, como siempre, está deliciosamente editada: «MORIR DE MIEDO». Una terrorífica antología de los mejores relatos fantásticos del siglo XIX en lengua francesa: quizás una de las más prolíficas y de mayor calidad en este género (no sólo de la literatura de terror anglosajona vive el lector).
Exquisitamente traducida y prologada por Mauro Armiño, esta selección abarca relatos que, durante el siglo XIX francés, empiezan asumiendo la herencia de Hoffmann que reciben alborozados los jóvenes románticos franceses, desembocando en Jacques Cazotte que, con su «El diablo enamorado», es considerado el antecedente del género por la presencia ya del sueño y lo imaginario. Sin embargo, sería Charles Nodier el verdadero fundador del género en el país vecino, con su maravilloso relato «Smarra o los demonios de la noche». Le siguen algunos escritores menos conocidos, pero no por ello menos inquietantes, como el extraño Pétrus Borel, llamado el Licántropo, que patrimonializa los temas de la sangre y lo macabro; o Philarète Chasles, cuyo cuento «El ojo sin párpado» debiera figurar entre lo mejor escrito del género de todos los tiempos.
En realidad fueron pocos los escritores que no rindieran tributo a esta moda que rompía con el racionalismo impuesto por la Ilustración. Así, pues, los grandes realistas: Balzac, Flaubert, Gautier, Merimée, Sand…, dejaron también su firma en el género. Y el imprevisible Jules Verne. Y los simbolistas y decadentes, como Dujardin o Schwob, que dan una nueva vuelta de tuerca con su «realismo irreal». Y los autores del llamado «fin de siècle», como Lermina o el gran Jean Lorrain, este «depravado consternado por la depravación del mundo», cuya clave de sus relatos son el vicio, la enfermedad moral, la miseria física del ser humano: «el miedo está en mí, y yo, que me conozco, tengo miedo de ese miedo», escribió.
En fín, aterrados lectores, el miedo a lo fantástico responde a las angustias y miedos del hombre que suele vivir una realidad monótona y rutinaria. Salid, pues, de esa rutina e internaros en esta Antología que os llevará por sus páginas a lo más recóndito del miedo.
Miguel Ibáñez. Librería en Alcañiz