Todo está escrito. Existe un tiempo para la alegría y un tiempo para la tristeza… Un tiempo para el nacimiento y un tiempo para la muerte. Sólo que el hombre no descifra lo que está escrito para él y, altanero como es, piensa que el mal lo va a sortear. Y no es así. Ya ves, el mal ha llegado, si que es que alguna vez se había ido».
Una tarde de abril de 1992 un adolescente de 17 años sale de su casa en el barrio de Drovinja, en Sarajevo, y se dirige al de Grbavica a ver a una amiga. Pero aquella visita que debía ser trivial no pudo serlo en aquel país en guerra y en aquella capital de Bosnia y Herzegovina que estaba a punto de ser sometida a un feroz asedio por las tropas yugoslavas, el más dilatado sitio de una población en la historia reciente. El barrio de Grbavica fue tomado aquella misma tarde por los efectivos serbios y el joven ya no pudo volver a su hogar. Fueron tres los años en los que sobrevivió en territorio hostil separado de su familia. Sus días discurrirán entre la oscuridad y las humillaciones por parte del enemigo. Será asignado a un pelotón de trabajo que enterraba a los muertos de la contienda; pero también logrará hallar la esperanza o el refugio en el otro.
Debieron de pasar 20 años más en los cuales las impresiones e imágenes del horror vivido se batieron en la cabeza del autor en busca de la mejor manera de contarlas, la única forma posible para aquella experiencia incomparable. Y entonces, solo entonces, DAMIR OVCINA publicó su novela.
«PLEGARIA EN EL ASEDIO» es, en verdad, toda una hazaña literaria cuya crudeza y hermosura ha sido comparada con la de obras de gigantes como Vasili Grossman, Primo Levi o Imre Kertész. Una novela con poso autobiográfico que se enfrenta a los horrores de la guerra sin dejar de ser una historia íntima sobre personas, sobre la oscuridad y la luz que hay en ellas. La publicación en español de «PLEGARIA EN EL ASEDIO» es todo un acontecimiento. Desde su aparición en 2016, que convulsionó toda Bosnia, no ha dejado de producir todo un aluvión de traducciones, una adaptación al cine en proyecto y el elogio unánime de la crítica, puesto que nos encontramos ante una de las mejores novelas de los últimos años.
Con un estilo conciso y directo, auténtico y sin concesiones, OVCINA nos sorprende con una pieza literaria única, una obra de arte de primer nivel: sus frases cortas estallan descarnadas y directas, en ocasiones sin verbos, mientras que su estilo nos arrastra al ritmo del tableteo incesante de la Avenida de los Francotiradores. Un estilo que es único -nos dicen los editores-, nadie escribe como él, en Bosnia ni en ningún otro lugar. Un estilo que perturba en la perturbación, tanto que el lector deja de percibirlo, de enfretarse a él, para dejar paso a la historia que se va filtrando como un arroyo de presente inmediato, de supervivencia interior, de emociones, de miedo, de horror y humanidad que nos arrollará ahora como un vertiginoso torrente. Solo está lo que está sucediendo. Y nosotros, lectores, ante ello. El objetivo, quizás, arrastrar al lector al infierno y hacerlo sin artificios, con el mínimo de medios narrativos. Y si hay algún refugio en esta obra, este se encuentra en el amor, la amistad y la esperanza que nos mantiene en pie, a tí también lector, durante el asedio.
Europa tiene que dar la bienvenida a un gran autor: DAMIR OVCINA (Sarajevo, 1973), que con su primera novela ha conseguido lo difícil, lo que está solo al alcance de los más selectos: hacer Literatura.
Miguel Ibáñez. Librería en Alcañiz