Antaño, cuenta Zhuangzi, fui una noche una mariposa que revoloteaba contenta con su destino. Luego me desperté siendo Zhuangzi. ¿Quién soy en realidad? ¿Una mariposa que sueña que es Zhuangzi? ¿O Zhuangzi que imagina que fue mariposa?»
Vivimos, amigos lectores, la mitad de nuestra vida soñándonos. Demasiado tiempo como para que nuestra ficciones, en las que se mezclan, libres de censura, realidad, temor y deseo, no se cuelen en nuestra vida de vigilia.
Este apólogo con el que he comenzado, popularizado por el maestro J.L. Borges, da rendida cuenta del tema y, por tanto, del libro que hoy os quiero recomendar: «PODER DEL SUEÑO».
Los seres humanos, como ahora sabemos, siempre se han sentido cautivados por los sueños y por el misterioso poder que transmiten sus imágenes. Uno de los hitos fundacionales intelectuales del siglo XX fue la aparición del psicoanálisis, inaugurado con «La interpretación de los sueños» de Sigmund Freud, que con este ensayo abrió puertas insospechadas a la psique humana. Pero esta materia onírica y nebulosa ha sido objeto de estudio y fascinación en todas las culturas humanas desde el origen de nuestra especie: el Antiguo Egipto, la misteriosa India, Babilonia, los presagios bíblicos de David o Nabucodonosor… Y como todas las ramas del saber, la literatura, desde sus formas más primitivas, nunca ha sido ajena al influjo de los sueños, que aparecen en los más antiguos registros orales y escritos.
En el año 1962, el gran sociólogo del imaginario humano Roger Caillois preparó para el Club Français du Livre una maravillosa antología de relatos, desde la antigüedad china y Apuleyo hasta Julio Cortázar, que giraban y profundizaban en el mundo onírico. Esta antología, verdadera joya de la bibliografía, ha estado inédita en castellano hasta que este año la exquisita editorial Atalanta la ha publicado con la traducción de Mauro Armiño.
El volumen, en verdad, no tiene desperdicio, en él conviven relatos de impecable corte sobrenatural -como los de Merimée, Poe, Gautier o Ambrose Bierce-, con sus consecuencias terroríficas, con otros donde sueño y vigilia se confunden hasta extremos imposibles -como los de Wells, con su célebre «La puerta en el muro»; Kuttner, Nabokov o Somerset Maugham con el inolvidable «Lord Mountdrago»-. Entre medio, autores de la talla de Apuleyo, Lorrain o Bruno Schulz; para terminar con tres relatos inolvidables de Luisa M. Levinson, Borges y Cortázar protagonizados por personajes que viven los sueños de otros o sueñan las vidas de los personajes de los libros que han leído.
No perderse el prólogo de Caillois, con enjundia suficiente para ser un ensayo independiente.
Bueno, espero que disfrutéis de este maravilloso y onírico libro puesto que, como dice el propio Caillois: «Igual que el sueño, la literatura introduce al lector en mundo ficticio, pero igualmente deseable».
Y ya sabéis que «todo en la vida es sueño, y los sueños, sueños son…»
Miguel Ibáñez. Librería en Alcañiz