Algunos lo logran, pero para otros españoles que viven en el extranjero, votar es una odisea que sigue sin solución
Voz, pero no siempre voto, tienen los españoles que residen fuera de las fronteras patrias y que en muchas ocasiones toman el camino de la abstención a la hora de enfrentarse a unas elecciones para elegir a los representantes de su país de origen. Es la propia imposibilidad de culminar con éxito todo el proceso para obtener la documentación lo que hace que la abstención sea impuesta.
El ya tristemente famoso voto rogado es el resultado de una reforma de la Ley Electoral que en 2011 aprobaron PSOE, PP, CiU y PN. Lo que tenía como objetivo evitar posibles fraudes ha tenido un efecto frustrante para los que están fuera. En los comicios generales de 2015, los que se llamaron «del cambio» ante la irrupción de nuevos partidos, ya se denunció la situación. La Marea Granate que representa a este colectivo puso de manifiesto las trabas que se encontraban quienes querían votar desde los países a los que se habían tenido que marchar en plena crisis. Votar implica tener que rogar que les sea concedido ese derecho en cada cita con las urnas y para hacerlo hay que estar inscrito en el consulado y solicitar el voto en plazo. Que la reforma no funcionó lo ponen de manifiesto los resultados. Hay más de dos millones de españoles fuera de los que, menos del 6% ha solicitado el voto para el 26M al INE. En las generales votó algo más del 8%.
La desinformación del proceso, la dificultad para moverse y tramitar cualquier documentación de este tipo en ciudades poco accesibles como algunas de países asiáticos, echan para atrás a otros.
La propia burocracia de determinados países imposibilita el éxito. Como dicen, «solicitarlo no te garantiza que te vayan a llegar si quiera las papeletas dentro de plazo». Esto le pasó al calaceitano Germán Moix, residente en el estado Norteamericano de Texas. Decidió no votar después de que le advirtieran de que iba a ser un proceso complejo. Poner remedio a esta situación está en el programa electoral de unos y otros partidos. De hecho, ya lo estaba en 2016 pero sigue sin haber acuerdo para dar una solución. Se han ido corrigiendo plazos, aunque eso tampoco garantiza que los votos lleguen a tiempo a las mesas en España.
No obstante, casos hay para todos. Diego Monclús, residente en París, no tuvo ningún problema a la hora de solicitar el voto en las elecciones Generales. Reconoce, no obstante, que le hubiese gustado votar a las municipales de Calaceite, algo que no podrá hacer al estar empadronado en París. La peñarrogina Silvia Bel y el valderrobrense Guillermo Granja explican que fue bien a la hora de votar desde Dublín. Matizaron, eso sí, que nada más llegar a la capital irlandesa se registraron como residentes y que un mes antes de las elecciones ya les llegó una carta donde podían iniciar los trámites para votar. «En nuestro caso ha ido todo rodado. La semana pasada pudimos enviar ya el voto a las autonómicas y no hemos tenido problemas gracias a habernos registrado como residentes», explica.
Caso atípico es el del calandino residente en Francia, Miguel Vallés. Como pasa varios meses al año en Calanda, mantiene dos direcciones y su nacionalidad española y siempre ha podido votar por correo. «Me llega la documentación a casa, aunque eso sí, antaño era gratis. Ahora los costes corren por cuenta de cada uno», dice.
Para este domingo, aquellas personas que figuren en el censo como residente permanente, no tienen derecho a votar en las municipales. Según informaron desde Subdelegación del Gobierno en Teruel, las solicitudes de voto por correo de Electores españoles Residentes en la provincia (CER) son de 4.131, mientras que los Electores Residentes Ausentes (CERA) son de 289. Éstos últimos sólo pueden votar en las europeas.