Las obras de la N-232 sufren su primer contratiempo con el derrumbe de un talud del denominado túnel de La Consolación en Monroyo.
El desprendimiento se produjo a principios de este mes en la boca Sur del túnel, junto al punto kilométrico 95, en la trinchera sobre la que se accede al mismo. Sin embargo el derrumbe no fue evidente hasta el deshielo de la intensa nevada que afectó a la localidad a finales de enero.
Al parecer las abundantes lluvias provocaron la inestabilidad de los terrenos sobre los que se asienta el talud de hormigón que se vino abajo dejando al descubierto la roca y la tierra sobre la que descansaba el muro. El hormigón precisamente debía sustentar el talud, casi vertical, y afianzar la parte superior del túnel. El derrumbe es muy evidente incluso desde el mismo casco urbano de Monroyo, al tratarse de una infraestructura muy visible y una de las más espectaculares de todo el tramo, actualmente en obras, que abarca desde el cruce de Ráfales hasta el límite con la provincia de Castellón. El talud en cuestión se completó entre septiembre y octubre de 2015 por lo que cuenta con algo menos de 2 años. La caída del muro, no ha afectado a la estructura del túnel y tampoco hubo que lamentar daños mayores.
Fuentes del Ministerio de Fomento confirmaron a este medio que ya se han iniciado distintos estudios para elaborar un informe y esclarecer lo ocurrido. Explicaron que las lluvias y nevadas afectaron a la estabilidad de las tierras y confirmaron que en las próximas semanas «se procederá a subsanar el destrozo».
En cualquier caso, la pluviometría registrada en los últimos dos meses, en torno a 100 litros por metro cuadrado, aunque elevada, no se sale de los parámetros climáticos habituales. La zona registra de media anualmente 600 litros de precipitación y es frecuente que se registren varias nevadas y episodios de lluvia al año, en muchos de los casos, de bastante mayor cuantía y con mayor nivel de torrencialidad que los acaecidos en todo lo que va de inverno.
Lo cierto es que la zona es bastante inestable geológicamente. En cualquier caso, los trabajos deben garantizar que las infraestructuras toleren esta inestabilidad geológica.
13 kilómetros y dos túneles
El túnel de La Consolación cuenta con 240 metros de longitud total. El derrumbe ocurrió en un talud de los denominados de tipo de emboquille y está estabilizado utilizando hormigón y gunitado, es decir, utilizando varios agujeros para que la tierra pueda liberar el agua y las filtraciones. Aunque todavía es pronto para valorar las causas, la inclinación del talud y un posible fallo en los drenajes podrían haber sido las causas del derrumbe.
Asímismo, la obra cuenta con un segundo túnel, denominado Monroyo, de 455 metros de longitud y que cuenta con el mismo tipo de taludes. Ambos túneles son de tipo monotubo con dos carriles, uno para cada sentido de circulación, de 3,5 metros de anchura cada uno, separados entre sí por una mediana de un metro de ancho y cuentan con dos arcenes de 1,25 metros cada uno y aceras, de 0,90.
Una vez entren en servicio ambos túneles serán, junto con el de San Just en la N-420, los únicos de todo el Bajo Aragón Histórico de esta magnitud y características en una carretera nacional y unos de los pocos de toda la provincia de Teruel, donde no abundan este tipo de infraestructuras pese a lo montañoso del territorio.