No hace mucho ponderaba en este mismo espacio las excelencias de la novela “El orden del día” del francés ERIC VUILLARD (centrada en la ayuda que prestaron las grandes empresas alemanes para el ascenso de Hitler al poder), que obtuvo el Premio Goncourt en 2017. Pues bien, ahora nos llega traducida la anterior novela de VUILLARD, en verdad no menos fascinante y lírica, en donde éste utiliza esos mismos recursos que le dieron la fama: se centra en un momento histórico relevante y lo narra como si lo hubiera presenciado, respetuoso con la historia y generoso en la literatura. VUILLARD no ficcionaliza el pasado, sino que lo literaturiza: convierte una documentación ingente en escenas ligeras, una especie de versiones modernizadas de aquellos “Momentos estelares de la humanidad” que Stefan Zweig nos regaló hace casi un siglo.
En este caso el momento histórico elegido se centra en un día, el día en que una multitud anónima cambió el curso de la historia: “14 DE JULIO”.
Habitualmente la Historia suele contar la toma de la Bastilla desde el punto de vista de grandes personajes que, en realidad, casi ninguno estuvo allí: pues bien, en esta obra, se cuenta la historia de sus verdaderos protagonistas: vinateros, artesanos, prostitutas, comerciantes, lavanderas, oficiales, sastres, carniceros… un pueblo entero y heterogéneo, anónimo, compuesto por miles de personas que se plantó frente a la parisina Bastilla el 14 de Julio de 1789 para protestar por el hambre, la represión y unas desigualdades que ya eran insostenibles. Una revolución anónima que destruiría el viejo orden cambiando para siempre la faz del mundo. Pero antes de seguir los pasos de estos desconocidos revolucionarios, VUILLARD retrocede unos meses para relatar la rebelión de los trabajadores de la manufactura Réveillon, que vieron recortados sus salarios, y cuya cruenta represión causó más muertos que los del 14 de julio. También se detiene en narrar cómo se vivía en esos momentos en la gran corte de Versalles, así como el trasfondo económico y social que provocó el levantamiento. Pero sobre todo sigue, hora a hora, de manera vibrante y apasionada, cómo individuos sin derechos convulsionaron un régimen arcaico para dar un nuevo sentido a la Historia.
Todo ello lo relata el autor de una manera épica, brillante, a un mismo tiempo lírica y vaporosamente; con sólo enumerar ya consigue hipnotizarnos: “Todas las edades, todos los sexos, todos los oficios, todas las caras posibles, gorras vetustas, manos callosas, chiflados, paletos, mariposas nocturnas…todos derriban las rejas, desempastan los arcos tutelares y, riendo, gritando, inundan el gran patio”.
Esto amigos es historia; es literatura.