Es el último verano de la última Guerra. El joven soldado Walter Proska es asignado a una pequeña unidad de la Wehrmacht destinada a vigilar una línea de tren en el frente oriental. Ocultos en un bosque, en medio del calor abrasador, desgastados por los constantes ataques de los mosquitos y abandonados por sus propias tropas, Proska y sus camaradas se ven sometidos a la más absoluta desidia. Los soldados tratan de aislarse: uno entabla una batalla perdida contra un enorme lucio, otro se hace amigo de una gallina, los más pierden la cabeza y se abisman en la desesperación y la locura. Y Proska empieza a hacerse preguntas, cada vez más acuciantes: ¿Qué es más importante, el deber o la conciencia? ¿Quién es el verdadero enemigo? ¿Puedo uno actuar sin ser culpable? Y, sobre todo, ¿dónde está Wanda, la partisana polaca que no se le va de la cabeza?
Y bien amigos, este es el argumento de «EL DESERTOR», del gran autor en lengua germánica SIEGFRIED LENZ, perteneciente a la llamada «Generación de la Postguerra», cuyos compañeros fueron, entre otros, los premios Nobel: Günter Grass y Heinrich Böll. Y es también (e intentemos despejar el horizonte de Best Seller y obras fatuas publicitadas que nos impiden ver el sol), sin duda, el acontecimiento literario del año: la novela perdida de LENZ, auténtica obra maestra recuperada con 65 años de retraso tras ser rechazada en 1952 por «traición a la patria».
A LENZ (que había nacido en 1926 en Prusia Oriental, que había pertenecido a las juventudes hitlerianas desde los trece años, que había combatido en la Guerra a partir de 1943, que como Proska desertó del ejército a causa del fusilamiento de un campañero) le sonreiría la suerte años más tarde del rechazo de esta novela, con obras ya fundamentales en el bagaje literario de occidente, como «Lección de alemán» o «El barco faro».
LENZ compartió con sus compañeros de generación la convicción de que la literatura debía contribuir a la discusión pública del pasado reciente, pero, a diferencia de ellos, nunca se permitió riesgos en el estilo literario que pudieran alejarlo del público: permaneció fiel a un estilo que se caracteriza por el dinamismo de la acción, la vivacidad de los diálogos, un perfecto equilibrio entre humorismo y tragedia, y un vocabulario un poco limitado pero usado con enorme eficacia. Por todo ello, sigue siendo un autor muy querido y muy leído en toda Europa; prueba de ello son las continúas reediciones que se hacen de su obra: como en España la preciosista editorial Impedimenta
Una de las mejores mejores obras de una gran maestro. Una novela impresionante, de verdad.