Como en tantas otras ocasiones, tuvo que ser mi admirado J.L. Borges (a través de su mítica colección «La biblioteca de Babel»), el que me introdujera en la enigmática vida y en la extraña obra de un escritor «maldito» que ha dejado a la posteridad, sin embargo, algunas de las páginas más inquietantes de la literatura universal: AUGUSTE VILLIERS DE L´ISLE ADAM, el vástago de una de noble familia arruinada que consagró sus días a perseguir quimeras y a la vida bohemia; obsesionado, al igual que su padre, con la búsqueda de tesoros enterrados por sus antepasados. Pero la cruda realidad de la miseria en la que vivió le llevó a desempeñar trabajos tan poco exquisitos como los de «sparring» de boxeo o enterrador. Empezó a escribir poesía, teatro y sus primeras narraciones: todo un vano ejercicio hasta que en 1888 Paul Verlaine lo incluyó (junto a Rimbaud y Mallarmé, entre otros) en su libro «Los poetas malditos». A todos estos simbolistas les impactó su vigoroso poder expresivo, capaz de conferir a sus obras un estilo torturado, a la vez que violento y profundamente lírico. Todo ello contribuyó a crear una efímera admiración en los salones literarios parisinos, que fue decayendo hasta acabar sus días en la más absoluta miseria. Falleció el 18 de agosto de 1889, contaba cincuenta años.
VILLIERS se forjó un mundo extraño, hecho de retazos de mística, de espiritualidad cristiana, de filosofía, de espiritismo y de ocultismo esoterizante que fue plasmando en sus cuentos, género al que ya se entregó casi exclusivamente.
Han sido muchas las ediciones y antologías que se han hecho de estos «CUENTOS CRUELES», pero hasta ahora, creo, no se habían editado en su totalidad; teniendo que ser la editorial Valdemar, en su excepcional colección «Gótica», la que ha sacado a la venta este tomo ya imprescindible para todos los amantes del género y, por qué no, de la literatura hecha excepción. Los cuentos de VILLIERS abarcan casi todo el espectro de la literatura fantástica: desde el absurdo exagerado, el humor irónico y negro, el futuro inquietante o el absolutamente terrorífico y macabro; encontrándose entre ellos algunas joyas de valor incalculable: como «Vera», mujer que espera en su casa al que ha ido a enterrarla; «la máquina de Gloria», que nos advierte de los peligros del progreso; o «La tortura por la esperanza», para algunos críticos el relato más espeluznante de toda la literatura.
En verdad, un auténtico, exquisito festín de lento paladeo y de memoria indeleble.