De la poderosa prosa del rumano MIRCEA CARTARESCU ya llevamos algún tiempo teniendo noticias en España, con varias novelas y dos volúmenes de relatos. Pero la aparición de su última novela, monumental y deslumbrante: «SOLENOIDE», es todo un acontecimiento que los buenos lectores no podemos dejar pasar. Quizás sea esta obra la piedra de toque en torno a la que gravitan el resto de ficciones de CARTARESCU. Una novela que atrae todas las pistas, temas y obsesiones literarias de un autor genial que se ha ido convirtiendo, poco a poco, en un escritor de culto. En ella he creído intuir temas y sueños de Rilke, Kafka e incluso Borges.
La obra está protagonizada por un profesor de primaria sin apenas vocación y una carrera literaria, recién iniciada, pero ya abocada al fracaso. Sin embargo, paradojicamente, es un grafómano tan exquisito como incontinente que registra en sus diarios cuanto ve y sucede a su alrededor, al tiempo que va desgranando su infancia y adolescencia en los arrabales de una ciudad comunista, devastada, gris y fría: Bucarest, «la ciudad más triste sobre la faz de la tierra»: una ciudad alucinada, dotada de una melancolía abrumadora. En ella, el protagonista compra una casa antigua con forma de barco, construida por el inventor de un solenoide, una gigantesca bobina de hilo conductor cuya electricidad produce un intenso campo magnético, y que en sus tripas alberga una extraña maquinaria: un sillón de dentista dotado de un tablero de mandos.
Y lo que sucede, dejando aparte el registro de las grises rutinas de sus grises alumnos y compañeros, es una sucesión de hechos extraordinarios, a cual más escabroso. Hechos en donde la distinción de entre realidad y fantasía, o vida y sueño, va a hacerse cada vez más difícil, aunque tampoco importa demasiado. Porque de lo que se trata es de sumergir literalmente al lector en el inagotable torrente del relato, invitarlo a dejarse llevar por su corriente, a ratos poética, a ratos grotesca, o a bucear en los abismos de la conciencia del narrador, que le irá revelando la amarga verdad de su existencia. La desaforada imaginación de CARTARESCU nos hace recorrer, casi con serena familiaridad, el espectro más amplio de la literatura fantástica: de Lautréamont a Carroll, pasando por Lovecraft o Cortázar. «Tras leer SOLENOIDE, cita un crítico compatriota del autor, en cierto modo tu vida se corta en dos, dejas de ser un lector común, como al leer a Homero».