Paco Navarro y Julio Ramos, secretario y presidente de la Coordinadora de Cofradías de Calanda, terminan su mandato y creen que el relevo será positivo
Paco es del Madrid; Julio, del Barcelona. Paco es del Nazareno; Julio, del Encuentro. Sonriéndose coinciden en que han tenido que limar muchas asperezas para forjar su gran amistad. Pero en el fondo ambos saben que ha sido «fácil», como suele decirse, «coser y cantar». Principalmente porque Paco Navarro y Julio Ramos, secretario y presidente de la Coordinadora de la Semana Santa de Calanda respectivamente, tienen muchas cosas en común. Son la gran capacidad de trabajo, la paciencia, la predisposición, la humildad y, sobre todo, la pasión por su pueblo y sus tradiciones.
Después de varias décadas implicados activamente en la Coordinadora, este año cerrarán una etapa que califican como «apasionante». Han consolidado la asociación y han puesto en marcha un archivo que recoge el legado semanasantístico de la localidad. Documentos, publicaciones, fotografías y recortes de prensa que hasta hace unos años se almacenaban en trasteros y graneros particulares tienen cabida ahora en el primer piso del antiguo centro de Salud de Calanda. «Conseguir una sede fija ha supuesto un antes y un después para la Coordinadora, pero también para todo lo que tiene que ver con la Semana Santa», reflexionan. Por ejemplo, recopilar toda la documentación ha servido para facilitar la declaración de Interés Turístico Internacional y, ahora, para retomar el camino hacia la Unesco. Los dos creen que ya ha pasado su tiempo y, aunque saben que les costará, confían en el relevo generacional para seguir haciendo grande el patrimonio cultural de la Villa. «Es el momento de que gente más joven tome las riendas. Nosotros ya nos repetimos demasiado. Estaremos para que nos consulten cualquier duda y para ayudarles en todo lo posible. También para trabajar en nuestras cofradías», coinciden.
Juntos repasan algunas de las publicaciones que guardan con cariño en el despacho de la Coordinadora. Las primeras revistas de la Semana Santa a mediados de los ochenta, artículos en medios internacionales y varias publicaciones en inglés. Fotos de más de un siglo de antigüedad perfectamente clasificadas y, como no, todos los detalles que el grupo de tambores y bombos ha acumulado en los últimos 60 años, ordenados en una gran vitrina acristalada en la sala de reuniones. «Todavía me acuerdo del día en el que tuvimos que subir la vitrina al primer piso del edificio. Dije: como la tenga que mover, dimito. ¡Como pesaba!», recuerda Julio.
También se detienen a explicar cómo fue el traslado a la Coordinadora de los maniquís que visten las túnicas de las cofradías. Los dejaron en el pasillo y, por la noche, volvieron a entrar. No se acordaron y se llevaron un susto de muerte. «Salió rodando una de las cabezas y todo», dice Paco. Estos maniquís serán un elemento más para la exposición permanente que Julio y Paco esperan ver algún día en la Coordinadora. «Tenemos la planta de arriba diáfana. Habrá que ver si se puede hacer algo o qué…», señalan.
Secretario emérito
Paco Navarro lleva ejerciendo de secretario de la Coordinadora desde la fundación, hace unos 30 años. «Es secretario emérito», apunta Julio. A sus 72 años mira hacia atrás y no puede evitar emocionarse recordando cómo ha evolucionado la entidad en todos los aspectos. Sobre todo en el organizativo. «La Semana Santa ha vivido un giro de 360 grados. El orden, la uniformidad, la responsabilidad de todos los que procesionan y el reconocimiento de las mujeres como parte indispensable para nuestra Semana Santa», reflexiona Paco, que ha compatibilizado su papel en la coordinadora con la secretaría de la Ruta del Tambor y el Bombo durante varios años. Fue también fundador y recibió el Tambor Noble en 1999.
No oculta que dejar la Coordinadora será complicado. «Mis hijos y mi mujer me pinchan mucho. Me dicen: pero si te vas, ¿quién arreglará el nazarenico? ¿Y quién rezará el Padre Nuestro? ¿La 13 estación del Via Crucis?», dice esbozando una gran sonrisa.
Julio asiente con la cabeza y cuenta cómo cuando llegó a Calanda, con apenas seis años, se enamoró perdidamente de la fiesta. Ejerció como presidente de la Coordinadora a finales de los ochenta y regresó hace ocho años. El pasado Domingo de Ramos, tras su intervención en el pregón, trasladó a su mujer y a sus amigos la decisión de terminar. «Vi que ya me estaba repitiendo», reflexiona. Antes quiere dar las gracias a todos los miembros de la Coordinadora -representantes de cada una de las cofradías-, porque les han dado «total libertad» para trabajar. «Hemos percibido mucha confianza y eso es muy importante», añade. Contar con Paco Navarro ha sido primordial. «Sólo espero que el nuevo presidente encuentre un compañero de viaje como el mío. Porque si es así, no le costará nada seguir creciendo», concluye.