Uno no se imagina a STEFAN ZWEIG ligando con una muchacha en un tranvía, ¿verdad? -nos dice el crítico Xavi Ayén-. A los casi 80 años de su muerte, el gran escritor europeo, el más delicado y elegante que he leído, sigue siendo algo serio: enormemente popular, apreciado, fascinante…; pero, quizás, nos faltaba conocer su parte más intima de primera mano, esa que ni siquiera salía en sus memorias: «El mundo de ayer». Pues bien, en estos días acaba de salir a la venta sus «DIARIOS» (perfectamente editados, como siempre, por Acantilado), inéditos hasta la fecha, y donde se aparece, sobre todo, el hombre, en sus pensamientos y en su vida cotidiana, aunque también narra en directo las grandes convulsiones del mundo, en especial las dos guerras mundiales que le tocó vivir.
Nacido austrohúngaro en Viena y muerto británico en Brasil, fue amigo de Richard Strauss, Rilke, Freud, Alma Mahler, Schnitzler, Toscanini o su «alma gemela» Joseph Roth. entre otros, que protagonizan diversos episodios en el libro. Las conversaciones con su amigo Rilke (uno de los mejores poetas de todos los tiempos y enamorado de España) son frecuentes y, a veces, angustiantes: «Es atroz escuchar las condiciones miserables en que ha vivido (Rilke): durante muchos años solo tenía 80 francos al mes, de modo que perdió la costumbre de comer…».
La actitud de Zweig en las dos guerras mundiales es muy diferente. En la primera, aunque la violencia le inquieta hasta quitarle el sueño («tiemblo sin parar, camine o esté sentado»), fue partidario de las fuerza alemanas, cuyos avances jaleaba. En la segunda, en cambio, no duda en calificar de «criminal» a Hitler y, cuando ve llegar al Führer a París, anota: «No merece la pena vivir». Frase lapidaria que todos recordarán cuando, ya en Brasil, se quite la vida junto a su mujer al pensar que Hitler iba a ganar la guerra.
También nos cuenta, por ejemplo sus impresiones y angustias cuando la epidemia de gripe «española» en 1918. Sus impresiones de viajes y lecturas, y muchísimos detalles y observaciones íntimas que comprenden, entre todo, cerca de treinta años de la vida del escritor; y que, por su espontaneidad, son un documento irremplazable, no sólo de su vida, sino de la historia de Europa. Las páginas de estos «DIARIOS», a menudo dictadas por la urgencia del momento, pero tan lúcidas como sus textos más elaborados, nos brindan una vez más la voz del gran cronista del «mundo de ayer», que en muchos momentos parece seguir revelándonos el de hoy y, tal vez, incluso el de mañana.
En verdad, una auténtica joya literaria para todos los lectores de ZWEIG, pero para aquello que todavía no se han adentrado en su obra (cosa que les apremio que hagan pronto), puede ser también un buen inicio pues, al igual que su narrativa, su escritura es tan fascinante que nos seduce ya desde las primeras líneas.
Miguel Ibáñez. Librería en Alcañiz