Señor, concédeme el don de la música. Muéstrame cómo leer cada uno de los sonidos del mundo». Cuando un texto, una novela, comienza de esta forma, ¿verdad que ya es imposible resistirse a continuar leyendo? Esta podría ser la oración de un niño, aparentemente normal, aunque parece ser que no muy agraciado físicamente: «la cabeza demasiado grande para un cuerpo espigado y patoso…» Y sin embargo, nada más alejado de la realidad: el niño no es normal, ha nacido con un don muy especial. Ahora, al empezar a leer, nos lo encontramos sentado en un banco en el jardín de Grenoble, villa próxima a los Alpes, con una partitura sobre sus rodillas que se empeña en descifrar sin saber música; por ello el motivo de la oración: porque lo que más desea en el mundo es saber leer música.
Y lo conseguirá, además muy facilmente, pues este niño, Olivier, tiene un oído absoluto, puede identificar la calidad, el timbre e incluso el color de cada sonido. Ha nacido con la capacidad de ver la música como luz y de extraer esa música de la naturaleza, escribiendo al dictado de los pájaros -su otra gran pasión.
Toda esta escena se desarrolla en el año 1915. Pero ahora nos adelantamos unos cuantos años más, hasta 1940, en plena Segunda Guerra Mundial y en el frente de la batalla de Francia. Allí, Olivier cae prisionero de los nazis y es trasladado a un campo de la Silesia polaca, en donde se produjo el milagro: mientras estaba encarcelado compuso y estrenó ante sus captores una de las piezas fundamentales de la música contemporánea: su «Cuarteto para el fin del tiempo» (lo hizo para los cuatro instrumentos disponibles allí: piano, violín, chello y clarinete). No sé, amigos lectores, si alguna vez habéis escuchado este cuarteto; si no es así, por favor, hacedlo; y si lo habéis hecho, comprenderéis la dificultad que supone el describir tanta y tanta belleza.
Olivier salió de la prisión y la vida continuó, y se convirtió en uno de los compositores más famosos y geniales del mundo. Y eso es lo que nos narra esta deliciosa novela titulada: «EL DON DE LA FIEBRE»: la vida de Olivier Messiaen, el llamado «Mozart francés», un músico de una sensibilidad extraordinaria que intentó salvarse de la barbarie de su época a través del arte; un apasionado de la ornitología, del hinduismo; un cristiano de fe profunda e intensa, un místico convencido del poder de la música para abrir los sentidos al otro mundo.
El autor de esta preciosidad es MARIO CUENCA SANDOVAL, uno de los escritores más brillantes de la actual narrativa española y del cual no hay que perder de vista ni uno solo de sus pasos. Su anterior novela: «Los hemisferios» y varios poemarios y cuentos nos dan cuenta de un autor de estilo poderoso y decidido; de una prosa pulida y emocionante que lo sitúan como uno de los más capacitados que podemos leer en estos tiempos.