La cofradía del Carmen cuida al detalle el montaje de la granada y su cuerda para que se abra bien
Desde que se renovó la vieja estructura de madera de la mangrana por la metálica, la granada de la procesión de las Palometas ha funcionado y se ha abierto dejando volar a las Palomas. No obstante, cada Domingo de Resurrección los alcañizanos aún se quedan expectantes por ver si la granada -que sale del Carmen a la plaza España, donde se encuentra con la procesión que sale desde la parroquia- se abre a la primera cuando Vicente Dobato tira de la cuerda.
Un pequeño gesto que tiene mucho sentimiento personal detrás pero también una pequeña infraestructura que se acomete días antes para que todo salga bien ante una plaza España llena a rebosar.
La nueva estructura metálica, construida hace más de diez años por Metalcañiz, ya se ideó para facilitar su apertura. En esta década ha tenido lugar algún pequeño «amago» de problema aunque finalmente todo ha ido bien. Antaño sí que alguna ocasión hubo que bajarla al suelo para poderla abrir.
De su montaje se encargan unos días antes Miguel Franco, de Metalcañiz y algún compañero con el que acude a la Iglesia del Carmen. Primero sitúan el aro encima de la peana y lo atornillan. Después, uno a uno van colocando los gajos de la granada, primero los de abajo y posteriormente los de arriba. Ya montados, se van cerrando y se atan en la corona superior con una cinta.
Del cordón dorado, instrumento imprescindible para que la granada se abra bien, se encarga Javier Pellicer. Como su estudio de fotografía estaba situado junto a la Iglesia, lo que comenzó como una ayuda para echar una mano ya se ha convertido en una costumbre. El «truco» es emplear un cordón de seda -ya clásico y que desliza bien-en el que las dos puntas se sitúan arriba: una se ata a la corona y otra más abajo por los ojillos. De esta forma se sujeta mejor (para que no se salgan las palomas), hay menos cuerda que desatar y es más fácil de abrir, aunque, como explica Pellicer, «cada año con la experiencia afina un poco más». Durante la procesión se suele colocar cerca aunque «nunca le ha tocado intervenir».