El gran escritor británico GILBERT K. CHESTERTON (1874-1936) es conocido por todo buen lector por sus imprevisibles novelas: “El hombre que fue Jueves”, o por sus maravillosos relatos, sobre todo los policiales protagonizados por el padre Brown (del cual ya os he comentado algo en este espacio); pero, destacando en todos los géneros literarios, fue, sin duda alguna, en el ensayo donde demostró más su auténtica maestría. En verdad, no hubo tema político, religioso o social que no le tentara y, gracias a su peculiarísima personalidad humana y artística, bordó todo lo que cayó en sus manos. Porque el siempre polémico y polemista CHESTERTON fue sobretodo, durante toda su vida, un hombre curioso y apasionado para quien no había asunto que no pudiera o no debiera ser tema de discusión (“no hay cosas sin interés. Tan solo personas incapaces de interesarse”, es una de sus muchas paradojas).
La editorial Espuela de Plata ha tenido el acierto de reunir en un hermoso y asequible volumen titulado: “EL ESPIRITU DE LA NAVIDAD”, las páginas que CHESTERTON dedicó a celebrar esta fiesta en la que conmemoramos el trastorno del universo. Ningún escritor podría representar mejor que él la figura de Papá Noel, y no sólo por su descomunal volumen o su aire de ferocísima bondad, sino también porque fue un paladín de la alegría y del buen humor. Creo sinceramente que CHESTERTON ha sido el más decidido, gozoso e insistente escritor que ha tenido la Navidad (no nos olvidamos del genial Dickens), en ella encuentra el asunto que nutre más gustosamente su pluma, y así, por las páginas de este delicado libro (uno de los mejores regalos que les pueden hacer en estas fechas) se suceden artículos y poemas, cuentos, sainetes y ensayos que nos llenan el alma con esa alegría que sólo respirábamos en la infancia.
CHESTERTON sabía bien que escribía para una generación que, como la nuestra, estaba tan exhausta que ya ni siquiera podía abrazarse a algo tan tenaz como la tradición. Por ello se esforzó, con su sabiduría y buen humor, a hacer renacer en todos sus lectores el espíritu navideño.
Así, en puridad, para disfrutar de este libro, no hace falta ser cristiano o especialmente religioso, sino tan solo formar parate de “la raza humana”, esa misma a la que según el universalista CHESTERTON pertenecía la mayor parte de sus lectores.
¡¡FELIZ NAVIDAD!!