José Iranzo ya descansa en el cementerio de su Andorra natal. Allí se le ha dado sepultura en la mañana del 23 de noviembre entre jotas improvisadas como colofón a dos días en los que ha recibido el cariño de cientos de personas. El funeral ha sido un acto sencillo pero cargado de emoción y respeto en una abarrotada iglesia de la Natividad.